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Historia

Capítulo 3 Enfermera insolente

Palabras:1159    |    Actualizado en: 02/05/2023

ve años, todavía era una jovencita y su

sobresalían desafiantes hacia adelante cubiertos con una bata. Sus piernas eran perfectamente esbeltas. Lilya una

r hacia su protegida. Cuando la enfermera se fue, el doctor volvió a centrarse en Lilya y habló de

a mucho lo que había pasado. ¿Por qué estaba tan molesta? ¡No

o, preocupada por seguir soltera. Pero aún tenía la oportunidad de luchar por e

todo. ¿Podría Lilya competir con una adolescente? ¿Y a quién elegiría el hombre si se le pres

odavía tiene algo. ¿Verdad? Debe ser así, porque Stas la

ino a casa. Y al llegar a casa, lo primero que hizo

o solía ser, el estómago no estaba tan plano y había algunas arrugas, pocas, pero existían. ¡Pero St

siempre se sentía tan tímido como la primera vez. Lilya cerró la puerta

- preguntó ella con un t

odo bien

ró ella mientras caminaba hacia la ha

r alguna razón y se pus

ón. Junto a este muchacho, ella se sentía como una reina. Podía hacer lo que qui

que me hagas un m

se quitó la bata, apareciendo co

quellas partes que él aún no había visto, y luego, como si estuviera a

tó en la cama

o con autoridad

e de masaje y luego lo aplicó en su espalda

, – preguntó c

está bien. Cont

con gran emoción. Quería algo más. Soñó c

ntrol emocional. Tenía miedo de hacer lo que quería co

bre sus hombros y lo atrajo hacia

on el control sobre el carácter. Se quitó la ropa, rasgán

pechos, apretándola. Con avidez manoseó, acarició y amasó el c

esta dulce tortura, la penetró. Lo hizo duro y profundo y lo hizo una y otra vez. Lilya gimió ruidosame

suficiente para Lilya. Empujó al chico fuera de ella y descendió hasta el nivel de su e

otra confirmación de que todavía era capaz de

mada y, probablemente, así fue. "Si e

sus labios y lengua fuera sensible. Ella era experimentada y sabía lo q

empujar su pene más profundo, ella lo permitió. Pe

initivamente lo harás, pero

to, se sentó encima de él, empujando su pene en su entrepierna. Podía sentir su ho

deras. Lentamente al principio, pero con cada segundo aumentando

spués de eso, no querrá a ninguna mujer joven,

o sus senos en sus palmas, se movió al ritmo. Ella terminó fantásticamen

l. Él la abrazó. Así yacían, sin pensar en nada más que en lo que había sucedid

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