rse a obligarse a irse. La pava eléctrica termina de calen
, su lengua recorre el borde de mi oreja. No puedo evitar cerrar los oj
gas con su presencia
ta fuerza, me mordí los
ntó haciéndome
e encontraban en mis caderas Aunque quietas. Me llevaba como tres cabezas
la estancia, conmigo en sus brazos. No pude rechinar, tampoco batallar. Cuando sentí la suavidad de m
a sonris
edo..? -pregun
escubra -comenté y él
o nunca o
pa -dije triste y me
nada, no me ech
to nada -dije
te c
dad te
tes nada
to nada
ba de un golpe. Y en ese instante era la prime