nía un patio grande, cuatro habitaciones, más las tres de servicio en la planta baja. Despacho, cuatro baños más el de servicio, patio, d
ba la casa, era mi templo sagrado, donde me sentía segura, donde las ilusiones de los dos estaban en cada rincón. Porq
esposo, a muchas mujeres podría fastidiarle, pero en mí, esa necesidad de José de
ver con cuál nos encariñábamos. Las manos me sudaban, llegamos a tiempo, luego nos llamaron, nos hicieron firmar varios papeles, pasada la hora sal
del carro-. Respire, cierre los ojos y pídale a Dios que la i
e me puso a hacer el padre Castro estaba en darle clase a los niños de una fundación que tienen problemas con las drogas.
ñarles barrabasadas. -La mano de José Eduardo me apretó, no era la única nerviosa-. Había varias habitaciones, con tantos niños. Maju
salen. Por mi parte, aunque nadie lo sepa, daba clases de pintura a varios grupos de jóvenes descarriados quienes trataban de enderezar su
no los fui mirando, la antepenúltima cuna era de una niña de unos seis o siete meses, jugaba con sus piecitos, apenas la bebita me miró, sentí algo en el pecho, la saqué de
ay otros
oz de José Eduardo y le extendió los brazos, al mirarme afirmé, el labio me tembló, ¡quería llevarme a la n
lla -mi marido me limpió las lágrimas
ta bebita l
o se
en nombrarla
niña y Andrés Cami
io habíamos acordado los nomb
? -me pregu
lla es una ternura, pero le cuesta dormir. -José
sta bebé nuestra hi
gió. Continuemos con los papeles qu
os la pode
ar de tres a c
o venir
penas todo esté listo
zos, le di un beso en la mejilla gordita, mi esposo igual
emos comprar las cosas para su cuarto. -Sus brazo
la se ve l
e se ve preciosa cargándola. -Yo no sé qué
ndrá al papá más
etió al
o no salimos de la casa, especialmente del cuarto de nuestra hija, nos quedó preciosa, aunque también hici
ra recibirla. Acordamos no decir nada en la familia para que sea sorpresa el día que en brazos la presentemos como una nueva integr
Di
a! -. Te espero el doce de enero a las tres de la tarde en la dirección que te enviaré a tu correo. Si no
o un compromi
río, solo era un hombre por un par de horas. Siempre te buscaban y eso me generaba mucho dinero. Siguen sol
. Esa era la razón por la cual en el viaje la pasé tan feliz. Ir al club para mí era un martirio. Me avergonzaba decirlo
ligues a desenmascarar
s manos me temblaron, la imagen de quien podría ofrecerme un
dre
atr
para hablar con usted? Padre... Las ll
tengo un par de horas antes de pr
En la tard