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Historia

Capítulo 3 una sirena

Palabras:1368    |    Actualizado en: 26/02/2024

egante y bien vestida, impecablemente maquillada y destilando el perfume más caro, podía igualarla en su exuberante sencillez. - Ella es. - Solté una risa tonta. - Cuando recuperé el con

... - ¡Tú no eres de los que viven, Dominic! - fue el turno de Erik de interrumpirme. - ¡Es de los que simplemente trabajan y, entre un contrato y otro, encuentra un buen coño para follar! No se equivocó. -¿Cuál es el problema con eso? - Me encogí de hombros. - No veo ningún daño. - ¿Eres faraón? ¿Estás guardando riqueza para almacenarla en tu pirámide cuando mueras? - Quiero que mis padres tengan una buena vejez. El caso es que siempre se me ha dado muy bien ganar dinero. Y concentrarme en eso me hizo sentir útil. Vivo. Importante. Al fin y al cabo, muchas familias dependían de nuestra empresa y prosperar era sinónimo de verlos prosperar a ellas también. - Tus padres tienen suficiente dinero para vivir una vejez digna de la realeza británica. Y si continúas así morirás solo, sin descendencia en quien gastar la fortuna que tanto te empeñas en multiplicar. -Está bien, Erik. Si lo que quieres es ir a una jodida fiesta hawaiana, iremos. Pensé que tomar unas vacaciones era una oportunidad para pasar unos días descansando lejos de la ajetreada vida del entorno corporativo. Pero parecía que nunca tendría un momento de paz. Ni siquiera me molesté en prestar atención a la decoración hortera, principalmente porque Erik logró obligarme a usar una camisa con un ridículo estampado floral y yo estaba demasiado ocupada fingiendo que no me sentía como pez fuera del agua en ese ambiente. - Quizás una bebida te ayude a relajarte. - Erik me dio unas ligeras palmaditas en la espalda. -¡Vamos, Dom! Sea humano por unas horas. - Estoy pensando seriamente en despedirte y conseguir un nuevo mejor amigo. Se rió, abandonándome mientras se dirigía al bar del hotel. Desde que bebí la otra noche, me había prometido a mí mismo que me tomaría el alcohol con calma y más temprano, durante el almuerzo, ya había tomado una cerveza. Solía ​​​​beber sólo socialmente, para relajarme y liberarme un poco del modo "robot" que Erik tan a menudo me acusaba de ser. El tipo de fiesta a la que asistía no tenía música alta ni gente bailando junta en la sala, siempre era algo más tranquilo y refinado, en un ambiente propicio para conversaciones sobre acuerdos comerciales y futuras asociaciones profesionales. Y estaban las cenas benéficas. Pero realmente, cuando no estaba en mi oficina o en una sala de reuniones, el lugar que más disfrutaba era la tranquilidad de mi ático, donde podía desconectarme del mundo por unas horas y volver a la vieja ru

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