ver en la cajuela de aquel lujoso automóvil, podía verlo
guntó, como si hub
dose en su silla y con miedo de seguir hablando. - Usted es mi jefe, ademá
oyas, todo lo que me pidas te lo daré, solo necesito esto de ti. - Sonaba casi como una súplica,
ba a entregársela mientras estuviera soltero y siguiera cambiando de amante como de ropa interior, Anastasia Wilde era la candidata perfecta, no se atrevería a llevarle la contraria, aceptaría sus órdenes obedientemen
rente a él no era en absoluto lo que se esper
des comprar con algo de diner
te amaré, solo quiero que te conviertas en mi esposa, yo heredo la compañía, luego decimos que tuvimos altibajos en nuestra relación, nos divorciamos, recibes tu parte de los bienes que di
ojada, Anastasia se puso de pie y recogió su abrigo. - Muchas gracias por la taza de café, señor Russo. Pero Anastasia Wilde no se ven
sentir escalofríos, el tono de voz de su jefe estaba cargado con una emoción negativa
ecencia de regresarla
era repentina, ahora solo lo veía como el típico hombre que creía
ahí fuera o terminaba resfriándose por la inmadurez de su jefe al no aceptar la respuesta que le dio, estaba conforme con re
desde la cocina, Anastasia siguió de largo subiendo las escaleras, probablemente su padre estaba en su oficina adel
te rápido, pero el desastr
circo, riéndose a sus espaldas de lo desgraciada que era, escuchó la pregunta de su madr
seco. - Me quedé ha
revolcándote? - La risa descarada de Alexis se escuchó al fondo, era el único
cio, pero él simplemente
o de voz de la esposa del hombre al que llamaba padre seguía siendo frío y hosti
lo significaban que se
tipo de tratos aun si fuera
n poco más y podría s
eltas en la cabeza, de todas las cosas que podía pedirle
rato mirando a la nada. ¿Otr
staba ahí junto a ella en el tejado de su casa, contemplando el atardecer al
. Eres el rayito de s
era todo lo que
o tenía que seguir preocupándose por pequeñeces, est
e o dijese su jefe co
fé de su jefe ya estaba esperando encima del escritorio junto a una dona salada, Anastasia dio un último vistazo
pila de papeles que estaba revisando para entrar a la of
ncél
iscu
la maldita cita ¿No enten
- Se atrevió a decir, le pareció injusto que se dejara dominar por el carácter agresivo
d, la mano que cortaba su respiración le recordó los sucesos de la noche que estuvieron juntos, asustándola al punto de querer llorar. - Escúcheme bien, señorita Wilde. NUNCA vuelva a pretend
viendo a la chica correr des
usiera de pie, mareado abrió uno de los cajones de su escritorio, de donde sacó una p
a cesta de frutas y espero vuelva a intentarlo luego. - Anastasia respiró de alivio tras la conversación por teléfono más larga e incómod
para sí misma llegó otra
que le estaba ofreciendo Verónica, una recién llegada que ganó respeto y admiración por su increíble capacidad de habers
a, el chocolate era agradable al gusto, con un punto de e
gnoran todos aquí, me sentí culpable y pensé que podríamos ser amigas. - Anastasia miró en su bien parecido rostro alg
las intenci
, CEO Erick o señor Russo'' Conoce tu lugar, n
a indirecta de inmediato. - Además ¿No es raro que te hayas convertido en su secretaria de la noche a la mañana? ¿
aban hablando
tió de aceptar su chocolate de la amistad fingida.
a por ese tipo de mujer frívola - Si tú pudiste hacerlo ¿Por qué yo no? Seguramen
cl
se entrometió entre Verónica y la puerta.
nión en cuanto me
ia no o
ficina, el señor Erick no quiere
consiguió abrir la puerta, entrando de manera estruendosa - ¡Erick! ¿Puedes creer que tu secretaria inventó el pretexto de que no querías visitas para no dejarme entrar
a Anastasia asomándose mientras espe
vez enseñó, grandes bolsas decoraban su rostro además de la cara de perro ra
e, acercándose hasta ella a pasos pesados y lentos, com
con mi pañuelo caído, me he enamora
z era un tipo de sonrisa q
allerosidad ¿Cierto? - Verónica se paralizó al escucharle. - Escuché por ahí que ya has dor
sso no es as
u casa y por eso me llamabas tan familiarmente. - Dejó salir una r
ándose la camisa Verónica siguió retrocediendo
é está
sia en
a segura, casi pudo escuchar el sonido de la espalda de Verónica al estrellarse contra los libros y grapadoras que estaban encima. - Entonces espero que al menos
trató de
eñor! Lo siento, por
ecas para impedir que huyera. - Ve y notifícale al departamento de
ujó el hombro de Anastasia cuan
Anastasia trató de acercárs
e esperaba una escena similar a la anterior Erick simplemente de
iró con cuidado su muñeca, incóm
l solo