img Casada con el monstruo  /  Capítulo 4 Dolor | 10.00%
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Historia

Capítulo 4 Dolor

Palabras:1259    |    Actualizado en: 29/09/2024

a poder reunirme con Benjamin luego de su conversación con el señor Richard. No puedo evitar sentirme

pero hasta ahora la respuesta está muy lejos de mi alcance. Todo era perfecto entre no

cio, y mi corazón es el único sonido estruendoso dentro de mis oídos. Tengo temor, aunque no

lguna respuesta. Tomo una bocanada de aire, temblando,

otro lado, y mi corazón ca

rvienta, Adeline, está arrodillada en el suelo con la cabeza hacia abajo en el pis

ue tiene un aroma terroso y ahumado con un matiz dulce, hasta puedo decir que es agradable al olfat

y de la nada un hombre se apar

i lado, mirándolo como un perr

su cara, ojos del mismo color dorado, sus facciones firmes y endurecidas, y un cue

sintiendo hacia Adeline, quien si

mientras ella grita, poniéndome los vellos de punta ante su desgarradora agonía. Antes de que la puerta se cierre, ella me mira por última vez co

mí, mirándome fijamente, sus orbes dorados tomando un matiz oscuro. Casi suelto un g

lbuceo sin saber qu

ceja y se lleva el tabaco a l

ó con Adeline? -gesticulo tratando de sona

ecamente, alejándose de mí algunos pasos-.

atisbo de miedo-. Sobre lo que acaba de pasar justo ah

en muchas ocasiones -dice

cia mí- ¿Por qué me haces esto? Acabamos de casarnos, pensé que tendríamos nuestra primera noche, ya que no

rimas y mi corazón se quiebra-. De ahora en adelante, solo sé mi esposa y vive como si estuvieras muerta. No me busques a menos que no sea para nada importante,

endo mis labios- ¿Qué estás diciendo? Tú... te casaste conmi

verdad-. Te engañé, Nevaeh, nada fue real, y olvídalo. Solo sé una esposa

ué demonios eres así!? ¿¡Por qué te casaste conmigo en primer lugar!? ¡Dímelo! ¡Dímelo ahora mismo! -sigo golpean

és puedas arrepentirte -ladra mordazme

en la que estoy llorando por su culpa, por sus mentiras, por su desprecio, por el dolor que me hizo sentir con sus duras palabras. No titubeó

rdena sin siquiera mirarme-. Y quít

l me deslizo cuando estoy dentro. Lloro sonoramente, y quisiera dejar de hacerlo, pero simplemente no puedo, no cuando yo le entregué todo de mí excepto

suelo. Busco respuestas en cada rincón de mi cabeza, pero

o Benjamin aparentemente lo odia. Me ordenó que me lo quitara, y en su tono de voz percibí un atisbo de amargura como si le recordara a alguie

llas húmedas por tanto llorar. No solo me siento usada, patética y miserable, sino

pito, despertando dentr

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