rad
a el cuerpo de Reymond, segui
ardor, como si todo dentro de él quemara por dentro; sentí
adrino con desespero, cargando a su tam
mano derecha de Lewis: Leonardo, Rachel y Dylan, mientras que en la parte delantera en el asiento del pasajero Lewis no
r a su hogar y atacarlo. Sus enemigos sabí
-sugirió Briana echando
ía nad
temorizada a la morena, la cual llena de nervios se apresuró en intervenir; hizo presión en la pierna de su hermano como
amás, ni en sus preocupaciones nocturnas al pensar en los integ
aba los ojos y estos ardían,
palabra pero cada segundo que
No, hermano... estarás bien Rey, todo estará bien ¿hace cuánto no ves a mamá? ¿Hace cuánto
jaba en su rostro, una que se fue desapareciend
latir su
o, no, no Reymond! -gritó en un ahogo mientras abrazaba el cuerpo sin vida de su herma
e no haberle dicho lo mucho que lo quería. Había ten
aba a pesar de todo. Ja
a; el último abrió la puerta de la parte trasera y les indicó t
ahora,
eaba destrozada, apretando a
novio en la cabeza, Lanz! -le advertía mie
la morena comenzó a bombear mucha más sangre. La adrenalina corría por sus venas, así q
esto! ¡Tú y mis pad
osas pasaban a la vez y no sabía cómo manejarlo. Siempre huía, pero esa v
ana! ¡Está muerto p
de empujarla, sin hacerle daño, y la dejó
fue como Rachel se dejó envolver por él, mientras lloraba. Se sent
a, más un bolso negro, obsequiándoselo-. Todo lo qu
encendió la camioneta al momento en el que ya Lewis había subi
harás
spondió su padrino, dolido por
le dirá a
laba esta saldría entrecortada. Por lo tanto, solo negó levemente h
do la camioneta alejarse y el lugar en do
tras ella se limpiaba las manos con su pantalón y tomaba fuertemente una de las manos de Dylan, sintien
n lugar para pasar la
-Ella lo enfrentó, con un nudo en la g
rrado de la sola idea de perderla
eguro a mi lado. No quiero arrastrarte a este desastre más de lo que ya lo he hecho. Así que toma tus cosas y compra el prim
l abogado se acercó y pegó los labios
í? Él jamás estaría bien si
lgo de culpa aquí, así que no intentes hacerme a un lado. Jamás me iré, ¿oyes? -La miró a los ojos-. Sé que no soy el h
trolado-. Por favor, sal del país, sa
la idea de que a Dylan pudiera p
oportarlo.
e a la de ella y la miró a los ojos queriendo expresarle
esbordaban en su pecho por su cercanía y ese apodo cariñoso; y suspi
hacer un
pero sacudió la cabeza pensando que no era el momento adecuado para esto-. Har
mbargo, también se sentía triste. Pensaba que todo había sido su culpa, pues de no haberse fijado en la tal Hanna
reojo el rostro derrotado de la chica que siempre habí
gesto que pudiera hacerle borrar sus penas, así como ella con una sonrisa calmab
icio, él tiene todos sus contactos
esapa
ierra si es necesa
entras caminaban por las calles so
e encontrarse con el tra
su corazón que no la abandonaría, pensaba en si re
las reglas que por tanto tiempo cr
dría llegar por e
o de algo. Y eso era que, ahora no había