la espada guardada en la funda del legionario. De
rmado? -le interroga Alfenón, parándose frent
ó en enfrentarme. Peleamos cuerpo a cuerpo y sin a
eces a las fuerzas de Hydes? -inter
acho se acrecientan, pero prudentemente entiende que ese es un tema en el que no se debe de inmiscuir. Adem
nó llevar al bosque para matar a una de sus esclavas. Yo desobedecí y escapamos juntos. Desde ese día hast
amente al legionario celeste. Sabe que está siendo sinc
n soldado con honor. Algo muy distinto a los seguidores de Hydes, lo cual es
dole que de su parte no existe ninguna animadversión hacia el jo
Tebas, se ha desatado una peste, la cual está matando a toda la población. Es probable que Hydes sea el causante de aquello, puest
n como yo. Les aseguro que si me llevan les puedo ser muy útil, porque entiendo bastante sobre enfermedades y medicinas par
r y destructor del jardín. Explícanos por qué deberíamos creerte que estás de
atrás por temor a él. Sin embargo, cuando apareció Nuria me armé de valor. Ella me dio fortaleza y esperanzas para vivir lejos d
abras del leal legionario. Además, comprend
eguro que no será un viaje corto. Por lo que te pido que traigas a N
epta la propuest
o y
pescadores que se encuentran en el muelle, al verlos desembarca
masiado. Alguie
r? -ratifica con una irónic
colinas. Desde allí podremos observar hacia los cuatro flancos para defendernos; ya sea de los pobladores o
los. Todo el tiempo que se encuentran realizando esta labor, son observados desde lejos por algunos pobladores, los cuales sienten desconfianza y temor por la pr
sto que nadie nos querrá decir nada. Sugiero que alguien baje disfrazado de pescador o algo parecido y se
tú el que vaya -le responde Zeum,
r, muchas cosas no han cambiado nada por aqu
y pescadores de la zona. El recién llegado pide un enorme jarrón de vino, el cual le es servido al momento. Su presencia no llama demasiado la atención de los ebrios en la taberna, ya que su apariencia no se diferencia cas
tir tu vino con e
da, no obstante, el recién llegado casi sin darle importancia y sin mirarle le acerca la jarra de vino. El ebrio herrero, acostumbrado a recibir mal trato por su descara
amabilidad no es propia de es
haya tomado de su vino. Simplemente y sin mirarle, toma su
llá ya no existe tranquilidad. Vine por aquí esperando encontrar mejores lugares, per
dos. Y ahora que ya estábamos a punto de recuperar la tranquilidad, regre
ás fácilmente de lo que imaginaba, y casi sin preguntarla. Para ello solo d
os -manifiesta Hermys, mientras s
ellos. Son muy poderosos, sus armas son mu
el sentir de la población en general, por lo que no está dispuesto
encontrarme con ellos. Pero ¿de verdad son tan fuertes como dices? Yo n
de mi tierra huyendo de ellos -le increpa el
efensivo del beodo, pero se mantiene serio fingiendo darle la
migo. Él se levantó para protestar y fue lo último que hizo, porque el gigante, de un solo golpe en el rostro, lo arrojó lejos; cayó muerto con el rostro destrozado. Yo me quise levantar para responder, pero no pude; el gigante me puso la man