todos con miradas duras e intimidantes. La forma en que se movían y la confianza en sus gestos dejaban clar
no pudo evitar notar que estaban armados. Las armas eran visibles, asomando de sus chaquetas de cuero, un recordatorio constante de
ombres con manos firmes, tratando de no mostrar el nerviosismo que sentía. A su alrededor, el aire se cargaba de una
etro de su cuerpo. Era un escrutinio incómodo, casi degradante. El hombre tenía una cicat
oz rasposa y burlona-, ¿por qué no le dice
ostituto, pero ¿cómo podría explicarle a ese matón que él era un profesor de literatura que, debido a circunstancias desesperadas, necesitaba el dinero y por
sarían a ese tipo, Sean asintió con la cabeza. Se dio la vuelta, dispuesto a busca
ujetó, su mirada desafiante y llena de furi
saber que en este bar no se estilan ese tipo de servicios, como tampoc
amente. Sus movimientos eran torpes pero llenos de fuerza bruta. La atmósf
bre, su voz resonando con un peligro palpabl
rse, la tensión era palpable, y cada segundo se sentía como una eternidad. Se acercó al oído de Jam
blemas -susurró, esperando que su v
, muchacho -replicó el hombre, c
or más tiempo, agarró un taburete de la barra y lo estrelló con fuerza co
on una mezcla de agilidad y fuerza, comenzó a defenderse, sus puños y movimientos rápidos golpeando a los atacantes. Sean observaba, paralizado por la so
del conflicto y el sonido de los golpes resonando en el aire. Sean sabía que debía intervenir, hacer algo, pero se
su mirada, una promesa silenciosa de protegerlo a toda costa. Y en ese momento, a pesar del peligro que l
expresión de preocupación y furia mezcladas, Arón salió de su oficina. Su figura imponente se abrió paso a través de la multitud. La luz tenue del bar reflejaba en su
s, aterrorizados, comenzaron a dispersarse, algunos corriendo hacia la salida mientras otros se agacha
os otros hombres que lo acompañaban estaban en un estado similar, con rostros sangrando y miradas de derrota. James, en contraste, tenía solo un rasguño visible, aunque sus puños esta
Román -dijo Arón, su voz firme y llena d
manchada de sangre. Con una mirada carg
uñó, cada palabra impregna
pañeros heridos, salió del bar. La puerta se cerró detrás de e
sus ojos llenos de una mez
ra contenida-. ¿Por qué sigues buscando peleas en mi bar? Esos ti
el estante de copas detrás del barman y, con una precisión asombrosa, disparó varios tiros. Cada bala rompió una copa con una exactit
ente, devolviendo el arma a
manejar situaciones peligrosas con una calma inquietante. Sean, observando todo desde un rincón, sintió una mezcla de admiración
aturdidos, retomaron sus lugares, algunos murmurando en voz baja sobre lo que acababan de presenciar. Arón, con una última m
en su trabajo en el bar. Mientras observaba a James, con su postura firme y sus ojos aún llenos de desafío, no p
zcla de preocupación y determinación. Después del caos que había sucedido, el ambiente del bar se h
deje de trabajar aquí. Este lugar es peligroso y su vida corre peligro. No se lo di
abía sabido que el bar no era el lugar más seguro, pero las circunstancias l
oz apenas un susurro-. Necesito el dinero para pagar los gasto
a, su expresión cambiando a una
casar con esa rata fea? -d
er con la que había decidido pasar el resto de su vida,
r favor -pidió Sean, trat
s fea, pero obviando eso, ¿usted no se d
un nervio sensible que había intentado ignorar. James se acercó un poco más a él, su mano lev
ta de sus preferencias -continuó
ando de sonar firme-. Si estoy co
a, una sonrisa irónic
e Sean pudiera responder, James lo atra
Zoe. Su mente luchaba por procesar lo que estaba sucediendo, pero su cuerpo reaccionó instintivamente, respondiendo al be
guntó James, su voz suave y
que creía saber sobre sí mismo y sus sentimientos estaba siendo cuestionado en ese mome
ofundo e inevitable en su vida. Mientras miraba a James, vio en sus ojos una verdad que no podía segu