al borde de un colapso nervioso. Era tanto aquel incontrol
udió ligeramente, para hacerlo enfocarse – Llevas media hora en mi of
vigheden, es
eocupada por el comportamie
ucha popularidad, auge y por ende clientela de alta categoría. Confiaba mucho en el talento de Cielle, después de tanto tiempo sabía bien el tipo de profesional que era, así como el tipo de persona también. Nunca antes lo había visto en ese estado, tal
o continuar y decir aquello que sabía debía per
ciendo todo esto, es porque como mi abogado estoy en la obligación de contarte siempre la verdad, para que así puedas crear una bien estructurada def
o sabía que nunca podría bajar la guardia, ni dormirse en los laureles. Mientras tuviera que convivir en el mundo de Idan Evighe
iró y dio la espalda para cubr
dencial, pero no debes ser ta
do entrometerte en esto. Créeme que mi
as facciones con preocupación –. ¿En
los ojos –. Descuida, sé cuidarme solo y no será esta la ocasión en
creto llamado ciudad. El reloj había marcado las cinco de la tarde, así que Cielle ya se encontraba saliendo de la oficina. Era también esa la hora en que debía ir a casa de Idan a la primera reunión abogado-cliente.
u auto en el estacionamiento –. Bueno, pues ten
. Allí estaba, ligeramente recostado sobre su parabrisa
ó Idan su reloj –, son
fulló rodand
ro que no hayas olvida
ajo –rectific
r, antes teníamos "citas de estudio" que terminaban en la cama, en la mes
con los puños apretados –. No e
a no son malos recuer
tros temas que tratar que no s
fuego cenizas quedan. Tú y yo siempre
ba –. Aseguras no sentir nada por mí, pero en
d sí, te odio –sonrió de labios hipócritamente –. Aunque eso no e
es que me da
s, pues bien. No tengo ganas de discutir nada de
s a tu
auto así que ir
a mirada ni por coincidencia. La situación definitivamente se había vuelto tensa, otra vez, después de la discusión. Aunque era algo usual en ellos, todas sus conversacione
ecorrido llegaron a
n el barrio más caro de todo New York
reías que
ficante que vive en una hacie
. Vivo en un apartamento, pero recuerda q
afio
mi expediente delictivo, t
s por de
a, no quiero que te lances del auto –dijo burlesco, a pesa
del auto, uno de los trabajadores del edificio tomó las llaves para estacionarlo. Siguiendo a Idan, atravesaron las amplias puertas mecánicas de la entrada. Había
el abogado –. ¿Cuánto se supone que ha
todo el edificio
yo por p
lmente tengo todos los departamentos o
ajadores v
amente los trabajad
nto
o estás rodeado de ases
llevó una mano
sas. Debería haberse acostumbrado ya al hecho que todo
una en cada pared del largo corredor que adornaba aquel piso. Idan tomó la de la izquierda
para ti? –preguntó Cielle, estando aún ambos en e
e unos 260 e
raofici
–. No tengo un número exacto pero muchos más,
tención de Cielle. Sacó del interior su teléfono y de
aún bastante
no de voz que empleó fue preocupante para
na reunión
él,
S
hora mismo! Tienes q
e aire y relájate. ¿
eguro cerca
or
desconozco el remitente pero era sobre él –respiró entrecortadament