Aceptando s
eri
ermitido todo esto. Deprimido, regresé a mi apartamento de soltero, el lugar que antes había usado para fiestas y encuentros ocasional
cipal, esperándome con una actitud que no era nada am
-preguntó mi madre, con los bra
n "solucionar", mamá?
os habitaciones es insuficiente. Solo nos queda la hac
inistración financiera. Estamos en quiebra, y no hay mucho que podamos hac
el rostro, se llevó la mano a l
estado que salir de la quiebra era casi imposible. Tienes
universidad, nunca he trabajado, no se hacer nada, ¿Qué vo
situación y mantener a la familia, lo que me convirtió en un
trés, y comenzó a caminar por la sala. Desesperada
mareado de tanto dar vueltas -Ella
ick! ¿Qué se supone que voy
lo sé, mamá. No ten
amos arruinados, consumidos por nuestras malas decisiones y por todo lo malo que hicimos en el pasado, pero no solo e
nto. Mi empresa estaba al borde del cierre, y nuestros sueños, por los que tanto había luchado, estaban a pun
y tendríamos que comenzar a desprendernos de todo lo que habíamos tenido: no solo las p
umbrada. Así que, bien temprano por la mañana, se vistió con sus mejores prendas, se perfumó con el último
rlo
tada en mi escritorio, cuando escuche gritos en el pasillo, extrañada, me l
agen de una magdalena muy afectada, buscando
la señora Feldman, está muy ocupada -Geidy, mi secretaria, in
a señora Feldman que Magdalena Maclovin está aquí.
tiempo para usted -respondió Geidy, p
mujer? -Resopló M
ctamente hacia mi despacho, empuja
é parte no entiende? -insistió Geidy, tratando de
ritó, justo cuando la puerta de mi despacho se abri
regunté en un tono
-saludó Magdalena co
ocupada. Para hablar conmigo, debes sacar una
l rostro. Su ceño fruncido y la intensidad de su mirada
iste a mi familia y a mí. Necesitamos el dinero con urgen
casmo mientras la miraba de ar
opuestas tienen un límite de tiempo. Mis fondos se han d
o tú tienes muchísimo dinero. Tam
ejas y negué
tengo mucho dinero disponible para obras de c
pero en medio de su crisis, mantener
viejos tiempos, hablemos -ins
ojos en blanco y le hice un gest
dalena. ¿Cuál e
estar el capital para salvar nuestra compañía a cambio de que te entreguemos su nombre. Pu
ice una muec
ue puedo ofrecerles en este momento es un empleo en mi oficina. Propongo qu
leados? ¡No! ¡D
deben a todos los bancos y que nadie sabe hacer nada, deberías co
rlotte? -preguntó Magdalena, con s
as ocho de la mañana. A cada uno le delegaré sus funciones. Ten
con los ojos vidriosos. Apenas pudo tragar y asintió
que todo debía estar a sus pies, sin embargo, debía darle una lección a los Maclovin , en especial a mi suegra y mi exesposo, nadie se imaginó las lágrimas que derrame desconsolada