img ENTRE EL AMOR Y LA VENGANZA DE LA EXESPOSA  /  Capítulo 9 9 | 10.71%
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Historia

Capítulo 9 9

Palabras:1973    |    Actualizado en: 28/11/2024

Bienvenidos

rlo

as, y unos mechones ondulados cayendo sobre mis hombros. Ya estaba li

se debe tanta elegancia? -pregunt

mamá, no te

ro estabas tan concentrada f

omear, mientras le daba el toque final a mi maquillaje, intentando disimular las

dormido, mi amo

r la que no había pegado ojo en toda la

d, el cambio de ciudad me tiene algo desubicada

con cariño, pero solo pude sonreír, mientras

na vez más, aunque sentía el estómago revuel

omían, aunque me esforzaba en aparentar ser una mujer fuerte e indomable. En el fondo, seguía siendo esa chica que creía en el amor, en los pequeñ

guno de ellos había llegado. ¡Se suponía que debían ser puntuales! Levanté el teléfono, y aunque s

ensé, soltando el grito en mi mente. La frustración me quemaba por dentro, cuan

cruzó la puerta con las mejillas sonrojadas y un atuendo que roza

tte... ¿Cómo estás?

su primer día y ya llegan media

la primera vez que uso el bus, y, realmente, salí hace mucho de

ones para ti. Te sugiero que madrugues más y llegues a tiempo. Tu hora de entrada es a las ocho, no

ando las manos en súplica, pero no tenía

esta mucho el transporte público, en este momento no tenemos nada de efectivo, nue

na punzada de culpa me recorrió el pecho. Fui parte del declive de la compañía de los Maclovin, especialmente cuando Federick

para que me indique mis funciones -dijo Diane,

quí hay reglas y deben cumplirse -respondí con firmeza, obse

temprano para beber, pero la situación con la familia de mi exmarido me causaba una ansi

traron. A diferencia de Diane, Magdalena entró con

mientras comenzaba a sobarse los tobillos-. El maldito transporte público estaba hecho un asco, y encima nos haces entra

rrogancia de sus palabras, y los observé a

r día de trabajo -espeté, mi enojo crecie

s ojos-. Tuvimos un percance con el auto familiar, y, bueno.

rofundas ojeras que rodeaban sus ojos y el cabello despeinado. A pesar de mi e

no tienen preferencias -dije, dirigiendo mi mirada a Magdalena-. ¡Y tú! ¡Lev

e sorprendida por mi respuesta. N

masiado tarde. Los efectos del alcohol en ayunas comenzaban a hacer estragos en mi

me volví

puerta está abierta -dije, dejando que mis palabras resonaran con fuerza. Él tragó un nudo de

de trabajo. Necesito que hablemos dos minutos -su to

e está esperando Ana, la persona encargada; ella ya sabe qué hacer contigo. Y tú, John, debes ir al cuarto piso; hay un pa

el aire. Pero no iba a darles más espacio p

justo cuando estaban a punto de salir d

¿Entendido? -Magdalena entreabrió la boca, claramente deseando mandarme al diablo, pero John le dio un peque

unas gotas de sudor brillaban en mi frente. Estaba

el último año que vivimos juntos fui una

o ya no me importa, Federick. ¿Quieres restreg

ompañía -me habló desde el corazón-. Después de todo el dolor que te causamos y de que

en mi interior albergaba una pro

ero dejarte claro que ustedes son empleados comunes de esta empresa, así que les

sabía que las encontraría en cualquier rincón. Sin embargo, lo que realmente lo hería er

en en este trabajo. Te lo prometo, todo saldr

en cosecha lo que siembra. -Observé cómo apretaba los labios, conteniendo las ganas de replicar. Era e

cipio, tú sabías que esto iba a sucede

me cambiaste y me arrojaste los papeles del divorcio. -Tomé un sorbo de mi te

quedaba. -Su confesión cayó como un peso en el aire,

bien le va bien, y al que no, termina como tú. -Lo miré con un furor reno

dad? -Esa pregunta no dejaba dor

amaste, ni por quien soy ni por lo que tenía -mi voz se quebró en el aire tenso de la oficina-. Ahora

ederick se veía completamen

esposo? En tu casa, yo era tu esposa, y

o para quedarme aquí. -No quería salir de mi oficina, p

avemente, sintiendo un

tello de esperanza

e estaba sobre la mesa- está

rbo de licor. En ese instante, los recuerdos comenzaron a inundar mi mente, cada uno llevándome de regr

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