a, Marzo
ñas manos se mantuvieron unidas en el estrecho rincón. El lenguaje de su destino llegaba a los oídos de la pequeña de cabello pla
diabla Carmesí, la herencia de su progenitor corría de una forma más pura entre sus venas. A pesar de su
bueno, su m
de su apego. Amaba a luna, desde el vi
alumbró, un hilo de
rada, era injusto no volver a sentir su calor. Ya su mami no le cantaría antes de dormir. Luna lo sentía
calló, las fuerza de sus rodillas se agotaron, retumbaron contra el concreto sólido del pequeño callejón donde estaban. -Por favor.
la cargo. A Luna la tomo de la mano. Caminaron un pequeñ
se llevó a su hermana. Apenas sus
ó a marcar un mensaje en cámara lenta. "h-e-r-m-a-n-a". Tan
por el cierre de sus párpados, se aferró a su madre, mie
o se paralizó hasta ver un letrero asomarse en la lejanía mas alta, pareciera que colgará del firmamento. «Golden Land, 100 km» iría muy lejos. Sus lágrimas estaban demás, se tocó su pecho con suavidad. «¡
cluso ni un chocolate relleno de mermelada se le asemejaba, cada palabra le acariciaba los oídos, ni hablar de lo cálido que se sentía estar a
a edad, de 8 años. La misma energía desconocida que habitaba en su venas, la hacía ladina, en
ía. Había visto el futuro y deseaba cambiar algunas partes. Su Sol Grey, a pesar de ser una diabla merecía una vida normal, su cercania ponía en peligro su paz, no permitiría que su hija se convierta en una diabla rastrera. Se negaba a verla en el infierno. Tomo nuevamen
n un sentido agudizado por sus genes carmesí. Las preguntas no necesitaron ser verbalizadas. El eco de
vez fue ella que soltó su mano.-Eso te protegerá del pe
legio, pero el emocional y sentimental era la muerte en vida. Lo que huyó de ese monstruo fue solo un cuerpo albergando dos criaturas en su utero. Su cor
dad. Eran tres corazones unidos. Experimentaba en cada célula, de forma telepática el más mínimo de sus sufrimientos. Sol empeza
a espesura de sus hebras. «Kairo». Suspiro con esa ansiedad primitiva que l
cualquier instante. Su alma moría a cada hora, así como resucitaba con una cari
pasado, junto al latir de su pequeñ
ro, nuevamente
empezó a retro
ario, la espesa maleza había hecho que se extraviaran del camino,
an los querubines, leían sobre las aguas claras y las llamas de las velas bl
ies contra la tierr
to tibio, proveniente de la tierra, le dió poco valor a las quejas de Isadora, la curadora con
que en ese bosque la pesadez era más tenebrosa y podían emerger criaturas rastreras. -No invoques el mal. ¿
Nazaret y Blue. Estaban paradas cerca de ellas, ambas con a
quitó los artef
as tenían sincronizados el gusto, el despis
buja cantora.-Las reprendió, con la autoridad, que le confería e
z sus ojos mostraban tormento. Sus dedos seña
vapor derretía los auriculares. Peor, la tierra se abría, una mano carro
pegaron con el
.-Musito, con tormento interno, no
no le repugno. Pero le daba miedo. Cuando el humo rojizo con matices de lava volcánica
en cambio Isadora parecía encandilada, una mueca
ver si había alguna onda invisible atrayendola,
elas, las esperaban detrás de la línea
mbalearse y besar un enorme tronco. Miro atras para ver la zona
!.-Isadora balbuceo, con las pu
do mucho al círculo. Cuando intento detener su avance, las simples grietas se volvieron zanjas. Desde su interior tosió. El aliento hecho azufre. Sus sentidos se
a la espalda de Isadora. El aire contenido, casi se quiebra cuando los ca
trecortada no solo era el miedo y la atmósfera vegetal contaminada por esos seres del bajo astral. Su propia conciencia pura la estaba
y pudo respirar, para ventilar sus pulmones.
emonio de estatus, comenzó a lamer a Isadora. Con
al ver como sus ojos le transmitie
a través del vínculo, en un instante su espíritu estaba erran
r de percibir los ojos de un color indescifr
idades de ese fuego. Intento gatear para alcanzarlas, en ese intento la capucha que guard
intentos por ir hacia sus hermanas. Se sacudió, aunque el miedo no se desprendió de
edad, dijo lo primero q
ar su territorio. -Una súplica sin acogida. Solo había que ver la m
r las líneas marcadas de su abdomen desnudo, sus fuertes brazos tatuados. Termino tapándose el rostro. Estaba pecando, faltandole al pudor,
no algunos huesos de su cuerpo antes de bajarse, para estar a su nivel. -Me perteneces.-Esas palabras la qu
on destello rojizo alrededor de sus pupilas. Abrió la boca para tomar una boca
de llevarme con usted. Soy una bruja "Mística". Las entidades como uste
, sus hermanas temblaban, los demonios carroñeros las rodeaban; se lamió los labios con terqu
por ella. Igual que la bruja que tus esclavos carroñeros,
o que lo que había escuchado de esas entidades, no era cualquier demonio. Su aura y co
magia.-Su rostro rudo marco una s
remeció a un más. Fue mayor la sacudida, al verlo sacar su daga y hacer una herida geometríca en la
rir. -Estaba vencida, igual ni correr le
de tu mano izqu
la matará, después iría por ellas. Veía la daga, e
rbio y autoritario, fue obedecido al instante. Sus hermanas, no pusieron en movimi
na mirada fulminante, de esa que
rrepienta y le ordene a mis
idad y súplica a la vez. Sus ojos lo corroboraron. Le lanzo esa chispean
vuelta, una parte de ella sintió paz.
emonio, que no le quit
marcando su piel delicada fue dolorosa. Sentía como su sangre brot
líquidos, le causó una sensación casi sobrenatural. No bien se repuso a es
!. La mujer de Kairon
lama de dominación. Ella solo pudo hacer