ín al aire libre. Mateo estaba sentado con una taza de café, removiendo lentamente el líquido mientras miraba distra
te asiento? -preg
gidos de manera informal y una sonrisa que, aunque tenue, lograba iluminar
está libre
or un momento, ambos permanecieron en silencio, como si el mundo se hubiera
cidos -dijo con una risa nerviosa. -Pero p
a voz calmada. -A veces un poco de tr
principio: el clima, el cafetín, la ciudad. Pero pronto, las palabras comenzaron
ra de repente, bajando la voz como si
ó una ceja,
? ¿Cuánd
iciente para entender que es una mujer fuert
un momento, pareció debatirse entre hablar o gua
s intentado de todo, pero parece que siempre estamos caminando
us palabras. No había juicio en su mi
finalmente. -Tomar una deci
ara se sentía extrañamente fácil, como si pudiera despo
ndo el enfoque. -¿Qué te tra
expresión había una mezcl
dad -confesó. -A veces uno necesita salir de su rutina para encontrar respuestas. V
rada compartida, iba construyendo un puente entre ellos. Clara y Mateo no lo sabían,
a aparente. Mateo había decidido pedirle a Dana que se quedara en casa bajo el pretexto de verificar algo relacionado con sus cuentas bancarias, pero en r
as manos. Su cabello recogido en un moño desordenado y el brillo cálido de las luces hacían que se viera terrible
estas horas -dijo Clara, cerra
turalidad, pero no pudo evitar
xcusa para venir... aunque la
tida, pero también sorprendi
tención? -preguntó, mientras un le
n cierta timidez, mientras so
ara inventar pre
vialidades: los pacientes más peculiares del día, las cafeterías cercanas al hospital, e incluso sobre el libro que Clar
ad que parpadeaban a lo lejos. Mateo la siguió, apoyándose en el marco. El sile
ue te conocí... siento que hay algo en ti que no logro ente
na mezcla de asombro y emoción, y por un momento pareció
go parecido. Pero no s
sonrisa que intentab
timamente, pero contigo... s
evantó una mano para rozar suavemente su mejilla. Sus miradas se encontraron, y por un instante, ambos
ose desde el día en que sus caminos se cruzaron. Fue un instante breve, pero
ntenía sus ojos cerrados unos segundos más, como si quisiera grabar el mo
e esto, Mateo -dijo, con un ton
ido últimamente, es que hay momentos
delante, pero en ese instante, con las luces de la ciudad co