s llena de hostilidad y resentimiento. El líder de los Alarcón, una figura imponente que había gobernado la vida de su hija con mano de hierro, ahora se enfrentaba a su propio futuro, q
ida, y lo había hecho por amor, por la única cosa
trarse en este único momento. La mirada de Don Luis era furiosa, pero también estaba teñida por algo que Elena solo pudo identificar como desilusión. Para él, ella n
n la voz grave y cargada de veneno. Su mirada se volvió hacia Alejandro, quien se
a de sus labios estaba impregnada de la misma determinación que lo había guiado durante su huida. Sabía que este moment
on fuerza, y por un momento pensó en lo que había dejado atrás: la comodidad de su antigua vida, las expectativas que su familia había puesto sobre ella. Pero todo eso era
ante su amenaza, dio un paso adelant
ué es lo que ves en este hombre. Es un hombre sin poder, sin futuro. No es más que un reflejo de lo que tú m
Todo lo que él decía solo demostraba la profunda incomprensión que tenía de lo que realmente deseaba en su vida.
, como si una carga pesada se hubiera desvanecido en su pecho. -Soy dueña de
Elena dio un paso atrás, temblando, no por miedo, sino por lo que estaba a punto de suceder. Sabía que su padre no escatimaría en recur
o de su tío, se adelantó de inme
e el miedo latía en su pecho, no se dejó intimi
embargo, su mirada no mostraba ni un atisbo de duda o arrepentimiento.
e. -Nunca serás lo suficientemente bueno para ella. Eres solo un
frío recorrer su columna vertebral. No podía permitir que esto llegara más
o a una propiedad, hazlo, pero no me hagas parte de tu guerra. No voy a quedarme aquí esperando que decidan por mí, ya lo
era vez en mucho tiempo, pareció quedar sin palabras. Su respiración era pesada, y su rostro estaba marcado por una mezcla de rabia y desconcierto. No entendía cómo s
i todo fuera un juego para él, algo en lo que no i
u vida, Elena. Lo pagar
n allí, mirando cómo se alejaban. El eco de sus palabras seguía resonando en los oídos de Elena, pero ya no la a
nado el aire comenzó a disiparse. Elena se giró hacia Alej
ntó él, tomando sus
esto no había terminado. Sabía que su padre no se daría por vencido tan fác
temblorosa-. Estoy más qu
lena finalmente había dado el primer paso hacia una vida en la que las decisiones le