den, parecía absorber la oscuridad a su alrededor, como si la propia esencia del palacio le obedeciera. Su figura era imponente, alta y esquelética, con ojos rojos co
en las paredes de la cámara, como si su voz t
usurro grave, pero lleno de una amenaza palpable-. ¿De
su cuerpo. La magia de Eldoria, el poder de sus ancestros, comenzaba a despertar dentro de él, un torrente de energía que lo envolvía. La sombra que rodeaba el palacio, que había e
o con un poder que sorprendió incluso a él-. Este
ajada que retumbó en la cámara. Era una risa vacía, como s
s. -la figura del Rey avanzó un paso, y el aire se tornó aún más pesado-. T
brillando con una luz dorada que desafiaba la oscuridad. En su pecho, el símbolo de Eldoria, que había sido marcado en su piel desde su nacimiento, com
también de esperanza. Ella sabía lo que Aiden podía llegar a ser, lo que debía ser. Era el heredero, la última esperanza de Eldoria, y la magia de
taba en juego. La batalla no sería fácil, y la sombra era poderosa. No solo por la magia del Rey de las Sombras, sino porque este era un enemigo que había estado gob
agia que le rodeaba, transformándose en algo puro y potente. Una energía dorada se acumuló en su palma, como si el trono mismo l
envolvían al palacio comenzaron a disiparse, retrocediendo ante la fuerza de la magia antigua. Sin embargo, el Rey de las Sombras no se dejó intimid
laron, y el suelo bajo sus pies comenzó a crujir, como si el propio palacio estuviera siendo desgarrado por la batalla de poderosos magos. El aire se lle
ire fuera un enemigo. Pero en su interior, el fuego de su linaje seguía ardiendo. Sabía que debía res
ontraatacar, pero Aiden era más fuerte de lo que imaginaba. La luz dorada se expandió, empujando las sombras ha
tó el Rey, su voz llena de f
reyes, el poder de Eldoria. Las runas en sus manos brillaron intensamente, y una onda de en
svaneciéndose ante la fuerza de la magia que Aiden había desatado. La luz se desbordó por toda la cámara,
rdatorio de la lucha que quedaba por librar. Sin embargo, Aiden, con el poder de los antiguos reinos fluyendo a través de su cuerpo, sabía que había dado el pr
o, y lleno de sacrificios aún por hacer. Aiden