que fue entonces cuando dijo «ajá» y adivinó todo, pero Sand
n positivamente -dijo Teo, asintie
esito tener reuniones cara a cara, hacer en
jo Teo alentadoramente, aunque
ustrada. "¿Puedes decírmelo ya?",
atención posi
ó Sandra-. ¿Qué quie
a b
silencio por un mom
ó, saltando
ada y furiosa a la vez. "¿Qué quieres que haga? ¿Casarme con un tipo de la calle
jo Teo s
lo XXI, y Monarc Corporation era una empresa multimillonaria; bueno, había s
la bomba: "Queremos q
curecerse. No podía pensar. De repente, oyó gritos de preocupación. No pudo responder. De r
ante. El sonido de su voz tan cerca la invadió, y se asust
ilízate, Sandra, no eres una niña». Sí, así es, era una adulta. Era Sandra Monarc, y era una mujer de veinticuatro años
y las tiró al suelo. Se frotó la cara con ambas manos y miró fijamente
as, como si fuera una cosita inde
de un salto. No iba a estar en una posición inferior a la
esperaban que se quedara sentada, que le dijeran qué h
o era lo que
Bi
Te y Red. "¿Esta fue tu gran idea? ¿Esta f
responderle como para despejar la mente de lo q
fue mi
as palabras y se encontró mirando a D
rrumpió su padre,
una información. "Hablen ahora". Les e
Teo había usado momentos antes-, Dante tiene un pasado de color
te irracional que todos han ideado para mí -respon
jado muy duro para dem
estado sobrio. Roger señaló la respuesta de Sandra: "¿Lo ves? Incluso tú lo dudas. Pero no ha podido cambiar la
nte lo verá como el Señor Saludable?", adi
. Sabemos que lo hará.
, dijo Sandra levantando la
si Dante se estableciera, se casara y tuvi
a alguien. Encuéntrale a una pobre y que le saque dinero", ofreció Sandra dramáticamente, buscando llamar la atención. "Eso sería una auténtica
aballeros mayores simplemente negaron con la cabeza. "Nunca funcionaría, Sandra", comentó Red, "y lo sabes. Los sobornos no garantizan silencio. Y
e mentir -dijo Sandra. Cuatro pares de ojos la miraron como si
atrimonio neto cercano a los dos mil
manos. Necesitaba más ideas, n
lencioso. "¿Por qué estás tan a favor de esto?", le preguntó.
a Sandra: "
que dice". Caminaba de un lado a otro por la gran cabina, que se sentía cada vez más agobiante. "Me secuestraron de mi casa, me obligaron a ven
ger. "Ahora, déjame adivinar. El trato es qu
o aliviado de que Sandra fina
e daré el cincuenta por ciento de las acciones. Te daré t
ecesito esas co
tu inútil hijo, ese que ni siquiera sabe deci