había fallecido, y aunque el dolor le pesaba en el corazón, su rostro permanecía imperturbable. No había derramado ni una lágrima, y no porque no lo quisiera, sino porque su padre, el formida
ma seriedad con la que leería un juramento. Finalmente, detuvo su vista en un párrafo que parecía destacar entre los demás
o, quien lo miraba con los ojos entrecerrados, atento-. "Fernando deberá casarse en un plazo no mayor a tres meses desde la fecha de mi fallecimiento. De
él quisiera, sin las órdenes de alguien más. Pero esta última jugada de su padre había sido la más dura. ¿Casarse? Justamente él, que siempre había tenido claro que no deseaba un matrimonio po
radado que Fernando se resistiera a casarse, y ahora, incluso después de muerto, había encontrado la forma de presionarl
varias ocasiones en los eventos de sociedad a los que su padre lo obligaba a asistir. Sofía Carson, con su sonrisa radiante y su cabello castaño que parec
a lo ignoró con una frialdad que no había anticipado. No lo tomó personal, pero aque
ndo al abogado, rompiendo el silenc
-respondió el abogado-. Sé que es una condición inusual, pero su
Era más que estrictos, pero p
e compromisos vacíos y relaciones de conveniencia, y Fernando odiaba esa superficialidad. Además, su padre había dejado bien claro su desprecio por las relaciones sin propósit
orado antes, era poco probable que la situación ahora fuera diferente. Además, conocía su reputación: una joven con fuertes convicc
quedarse más tiempo en ese despacho. Necesitaba pensar, encontrar una sa
in esperar a escuchar más-. Me
n, pero también comprensión. Era evidente que el peso de aquella condición era difícil de soportar, y aunq
miró al cielo, con una mezcla
nte me importe -murmuró para sí mismo, y, en el fondo
el corazón de Sofía Cars
e aún no sabía si debía reír o enfadarse. Se preguntaba cómo enfrentarse a la realidad de buscar esposa e
rma peculiar de intervenir, especialme