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Historia

Capítulo 3

Palabras:1264    |    Actualizado en: 16/10/2025

da y retraída, todavía recuperándome del divorcio de sus padres. Era un papel fácil de fingir. La casa e

e la incomodidad de una nueva situación de madrastra; era un res

mi padre cocinaba, porque Karla no cocinaba. Mis esfuerzos se encontraron con un muro de silencio helado. Me mi

camino de menor resistencia. Se ponía públicamente del lado de Karla,

stá pensando -espetaba si tan solo pa

no estaba, me deslizaba un

mirarme a los ojos-. P

salvavidas para mi madre. El autodesprecio era un pequeño precio a pagar. Doblaba cuidadosamente el efectivo y lo escondía en una tabla s

ueva vida, sentí un destello de esperanza. La escuela era un escape. Era un territorio neu

las mejores universidades, estudiar derecho y volverme

coche salió del garaje, yo salí por la puerta. Tomé una serie de autobuses, la ruta gr

sta de ella me robó el aliento. En solo unas pocas semanas, el cambio ya era visible. Estaba más delg

-la

se arrugó. Dejó caer las bolsas del supermercado y una

brotaron en sus ojos, pero no corrió a abrazarme. Simplemente

azón doliendo. Extendí la mano y tomé la

ento -

mi piel. Todavía era suave, aún no devastada por los químicos agresivo

pación. Su propio dolor era secundario al mío. Así e

sico. Asentí, incapaz de hablar

una esperanza desesperada-. Quizás pueda encontrar un departamentito, lo suf

que pareciera. Era una falsa esperanza que

uave pero firmeme

ojos atenuarse, y

ejor que puedes conseguir ahora es el salario mínimo. Tu departamento es de alquiler mensual en

Ella solo me miró, confundida y desconsolada, pensando que hablaba d

ron en la derrota. Sa

ra mi

i bolsillo y saqu

-dije, presioná

a mí, con el

esto? No puedo

Son ciento cincuenta mi

-preguntó, sus ojos muy

a muy generosa. Esto

evolverme

i. Para tu ropa, tu

irme-. Tú sí. Mamá, escúchame. Est

e, su confusión

y urgente-. Necesitas trabajar para ti misma. Piensa. ¿En

a cabeza,

no soy bue

ncanta tu cocina. Tu lasaña, tus pays de manzana, las gal

moria, de orgullo

empezar poco a poco, desde tu cocina. Este dinero es tu capital inicial. Para comprar ingredientes, para obtene

o que la había visto fracasar en logr

eran lágrimas de tristeza. Eran lágrimas de conmoció

ndo el sobre contra su pech

mbro, inhalando su aroma familiar, un aroma a hogar que el penthouse estéril nunca po

ahogada por mi cabello-

egué. Después de una pequeña discusión, llegamos a un acuerdo. Se quedó con cien

ó un poco más ligero. Mientras la veía alejarse, su espald

esta nueva vida, sentí que estaba haciendo m

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