img El prometido que me robó la vida  /  Capítulo 5 | 62.50%
Instalar App
Historia

Capítulo 5

Palabras:1371    |    Actualizado en: 15/12/2025

a P

irtieron en sonrisas obsequiosas. Sus ojos, antes exigentes, ahora tenían un brillo calculador mientras guiaban a Katia y

ntaña. Mi mente, usualmente tan ordenada, luchaba por seguir el ritm

e, con voz excesivamente dulce, mencionó una cifra que me h

a, su sonrisa inquebranta

o tengo esa cantidad de dinero",

n cruzando su rostro. "¿Qué quieres decir con que no

tán bloqueadas", expliqué, mi

ntaña de mercancía, y de nuevo a Katia, con los ojos muy abiertos. Esta no era

siseó Tiffany. "Si

ió. No me dejaría intimidar por esto. Ya no. No por ellas. Mi mirada se encontró con

socavada, especialmente frente a sus compinches. Con un suspiro frustrado, arrebató la t

esional, la deslizó suavemente. La transacción se realizó. Katia logró una

anciera, las amigas de Katia recuperaron su arrogancia.

nútil", se burló una chica. "Recuerdan cóm

cidió otra. "Recordémos

e agarró del brazo, su agarre sorprendentemente fuert

hacia un baño impecable de azulejos blancos. Sus amigas la siguieron, bloquea

Sus amigas se unieron, sus risas resonando en el pequeño espacio. Mi vestido quedó hec

atriz en mi brazo, una reliquia de un accidente infantil. "¿Tratando de ocultar

se de mi cuerpo, mi falta de curva

picándome la mejilla. "Todavía ta

nte nada por Santiago, te lo aseguro. Él mismo me lo dijo. Dijo que era fría.

nca reaccionabas. Cómo nunca llorabas. Dijo que le hacía sentir como si estuv

entonces, *Vacía. Un vacío.* Ahora rep

mo una mascota descuidada. Te mantenía por lástima. Pero ahora me tiene a mí. Y ciertamente no so

rta del baño. Voces, susurradas y urgentes. El rostr

tró tambaleándose, sosteniendo algo. Era un pequeño conejo blanco. Su pelaje estaba apelmazado con

rio Jessica, sus ojos brillantes de alegría ma

onejo parecía aterrorizado, sus

ariño. Eres tan buena con los animales, ¿no? Tan empática. ¿Por qué no... lo consuelas?". Le

voz fría. "Bésalo. Lámelo. Haz que se sienta amado".

ba más allá de la humillación. Esto era... grotesco. Agarré al conejo instintiva

s que solo te preocupas por ti misma?". Me agarró la mandíbula, forzando mi cab

endo, era demasiado. Una oleada de náuseas me invadió. Mis manos temblaban. Intenté

a trazando un camino por mi mej

rrebató el conejo, arrojándolo descuidadamente a una de sus a

blando, el toque fantasma de su crueldad persistiendo

n la sala, llorando histéricamente, con el brazo vendado.

riendo a sus brazos. "¡Fue Elna! ¡E

tro una máscara de preocupación. La s

voz ahogada contra su pecho. "¡Dijo que estaba tratando de reemplazarla, que era

o un profundo rasguño en su bra

o ardieron de furia

"Estaba murmurando sobre cómo deseaba que es

ciéndose las manos. "Señor De la Vega, señor, escuché... escuché a la señorita Elna levantar la voz. P

Era leal a los De la Vega, siempre lo habí

ró, de pie, congelada en la entrada, mi vestido roto apenas cubriénd

Instalar App
icon APP STORE
icon GOOGLE PLAY