me estab
uando la molestia a
ado aplicando maquillaje ligero, para que no se notara,
era entrevist
ica después de mi caíd
eas. Es m
is ojos percibían a tra
los un poco marcados, piel pálida (sonrojada gracias al frio infernal que
en cuenta de que tenía más de tres minutos sin parpadear e iniciaba a tildar la incomodidad.
os minutos! -esc
opiedad; un estudiante de periodismo me pedía u
rdo porque acepte del todo hacerla. Mi vida despué
ara distinguir mi entorno y
con pasos firmes (un tanto flojos), hasta el sillón que un
to como un trozo de madera, q
e que puede cambiar la dinastía negl
ligerament
palabras. Ojos grises aceros. Cabello c
eminente altura y su degradante contextura. Hace una rev
o hago una señal para que tome asiento. Primero lo hago, después lo hace
trato de reco
evamente. Puedo olvidar un
s un gusto poder cola
a grabadora de voz. Aunque hay tres cámaras a nuestro a
de su trabajo en la política. Y antes de venir, estudie cada uno de sus di
cinco años
que algo no estaba bien -siento que la tensión
ke
enzar? ¿Algo que desees
sin dudar-. Sí -exhalo-; siend
cial. No sabes cómo debes sentirte o como te tienes que comportar. Te encaprichas con
qué no se pu
reflejar las impert
der gritar tanto hasta que se irrite la
que "Detrás de la tristeza hay mucha rabi
dos. Incluso suelo recordar que siempre fui revoltoso, preguntón, tosco. Pe
e el mundo. Me gustaba la forma en la que sentía atención. Cre
ro
tes rocas. Unas más grandes que otras, por cierto; a pesar de, ¿estab
o, des-integridad, comencé a ocultar lo que sentía y lo que me hacía
ón
cedido el 16 de marzo del
Me regresa la sonrisa-. Sí, tiene que ve
el tiempo
eo y l
s fuerte -murmuro viéndolo-.
ala exclaman
parece