gritos de rabia de algunos hombres, todas guardaron silencio. N
adie se atrevió siquiera a moverse. Pero la fría agua que les
de carácter y modos toscos no pudo evitar también sentir temor; y
ba machacada; luego el olor la hizo recordar aquellos caballos, y por supu
que había querido evitar y olvidar. La pequeña niña estaba confundida, no sabía por qué no dejaba de pensar en Rafael, en sus ojos café, en sus largas y rizadas pestañas, en
ó como si hubiese sido ayer cuando Rafael le obsequió la cajita, aunque ya habían transcurrido más de siete
a la cajita dentro de una maleta debajo de su cama. En esa maleta también había conchas de
os juegos y se ocupaba con gusto de algunas de las tareas de la casa; ya que sus padres don Manuel y doña Rosario habí
el niño habían sido dos golpe
a hacienda había quedado su ebrio tío Asúnsolo, mismo que entre juegos, vino
acerca de lo injusta que había sido la vida con la
cha como demostrándole que
no puede ser c
a hija, nada es
el amor no es
qué lo dic
grese Rafael al
es tonto cl
s que yo l
de la boca, que Rafael es
sonrió
ando yo tenía diez años que me hizo aquella promesa
rada guardó silencio
o nana? -pre
siones de la joven a la que veía como s
se muchacho no va a volver... tal
é di