enía Darko a usarme y golpearme cuando trataba de defenderme, el tiempo pasaba cada vez más lent
, pero en ese momento, lo único en lo que p
la cabeza, dejándome sola con mis pensamientos que no dejaban de culparme por todo lo que estaba sucediendo. Sin saber la hora, sin saber en donde me encontraba, sin escuchar el sonido ni siquiera de mi propia voz. Había
illa dispuesta a florecer a toda costa... Tenía que escapar de una forma u otra, iba a pelear sin importar las consecuenci
amanecer, por lo que supongo que tenía cosas más importantes que hacer por las tardes. La chica venía un día sí y un día no para limpiarme, pero era lo único a lo que v
de vez en cuando alguien se paraba delante de la pu
viniera durante el día, me hizo darme cuenta que él probablemente vigilaba otro lugar o a otras personas
a persona que me vigilaba estaba sobre mí, solo tenía que encontrar una forma de golpearlo lo suficientemente fuerte para que se desmayara
. pero aferrarme a esa última esperanza m
arme y comenzar a buscar entre las cajas algo con lo cual pudiera golpear lo suficien
ejarlas como estaban para que no sospecharan nada, se me acababa el tiempo, dentro de poco
e ellas estaba cortada de forma angular y no era tan grande como las otras, así que la tomé rápidamente y regresé a mi lugar, de
sto la varilla, aun así, no se dio cuenta, comenzó a limpiarme en silenc
vendrá por ti -Dijo ella sin expresión alg
me hicieron darme cuenta de que tendría qu
temblar, sentía un enorme vacío en el estómago y mi garganta estaba tan seca que apenas podía traga
e abrió. Darko entró a la habitación e igual que siempre encendió un cigarrillo, fumaba mientras se iba quitando la ropa y yo tenía las manos escondidas entre las pierna
se posicionó sobré mí, pero a diferencia de o
creo que nos hemos divertido demasiado como para dejarte ir... he pensado en
za a un lado para tener más acceso a mi cuello, mientras que con la otra apret
era - Continuó diciendo él mientras sentía como su miembro
se diera cuenta, con la mirada clavada en el techo, concentrándome en cada milímetro que mi mano se acercaba al
n algo de suerte, eso sería suficiente para detenerlo o incluso matarlo, pero al
llo, pero él alcanzó a moverse. Terminé clavando la varilla cerca de su clavícula, esto hizo que cayera de lado sobre el colchón, soltando un alarido de
ia él, dispuesto a detenerme. Entonces lo miré, sus ojos estaban llenos de furia, su rostro enrojecido de ira. La varilla aún seguía clavada en su cuerpo, salía muc
aba Darko distraído por la cantidad de sangre que salía de su nariz, sin dudarlo tomé el tub
así que fui hacia allá, tomé la chaqueta y me la puse, me quedaba más arriba de las rodillas, busque en el bolsillo izquierdo de su pantalón y saqué las l
ntas de mis pies descalzos mientras mis piernas entumecidas intentaban avanzar lo más rápido posible. Los días que había pasado sin poder levantarme siquiera me habían atrofiado las piernas, pero no tenía tiempo para pensar e
me recorrió por completo y las lágrimas cayeron casi de
del cuarto en donde me encontraba yo había más, con solo algunos metros de distancia y detrás de esta primera fila de
aún siendo de noche, e
ra! -Escuché
se encontraba Darko, recargado en el marc
atrás y me dejó caer en el suelo, era un hombre alto, de piel blanca y robusto, me levantó del brazo y comenzó a arrastrarme de regreso al cuarto, yo ja
po ensangrentado, estaba semidesnudo, la sangre corría desde su cara hasta sus piernas., tiñendo su piel da corriendo en nuestra dirección, pero antes de que pudiera llegar,
e me hizo doblarme de dolor, aprovechó la posición en la que estaba para pegarme con la rodilla directo en la cara, caí al piso, pero él me
estamos jodidos! -Gri
ba a que volviera a reaccionar para seguir gol
n ella, se puso sobre mí y siguió golpeánd
.
ía la fuerza para hacerlo, mi cara estaba tan hinchada por los golpes que apenas y podía abrir un poco un ojo, tarde un poco en ac
rta, la cerradura estaba totalmente destrozada, como si alguien la hubiese abierto a la fuerza. Más por instinto que por conciencia intenté levantarme para salir, fue
dejando ardor a su paso... de verdad seguía ahí, de verdad estaba pasando. Caí en cuenta de lo que hice, hab
enojada por haber arruinado lo que sería probablemente la única oportunidad que tendría de escapar de este infierno. Lloraba porque todo
upidez. Por no ser más fuerte, por no ser más inteligente. Me culpé a mi mism
areció la mujer, aquella que me había llevado hasta ahí y la que me estuvo limpiando todos estos días. Entró y me miró fríamente, se agacho para ayu
mbre incorrecto... con mi hombre y no creas que voy a olvidar que le hiciste daño - la locura que brillab
ba hablando. Ella me volvió a sentar a la fuerza y me
a otra chica, yo misma voy a matarte de la forma más dolorosa posible por haber lastimado a mi Darko - Dijo ella soltándome finalmente mientras ponía una malvada sonrisa en su rostro - Si
dije con la voz tembl
a posible que estuviera defendiendo a un monstruo como Darko? Ella sabía que él me vi
enzar a llorar. Al lograr mirar ligeramente hacía abajo, pude notar los gigantescos moretones que me envolvían y se extendían por cada centímetro de mi piel. Eran especialmente
a persona cercana a mí y eso me hacía preocuparme también por mi padre. No quería ser la responsable del sufrimiento de alguien más, no quería qu
onas. Recuerdos que antes eran felices y hoy se habían convertido en una tortu
de mis manos. ¿Haber escapado realmente habría servido de algo? Definitivamente no. Pues nada volvería a ser como antes ique esperaba
egundos sentí como mi cuerpo dejaba de responder y me iba invadiendo una profunda sensación de pesadez, todo a mi alrededor daba vueltas al mi
que moriría en cualquier momento. Una voz en mi interior que había sido desconocida hasta el momento, imploraba a quien fuera que estuviera escuchando, ser divino, ente o persona,
ra Darko, se encontraba sobre mí golpeándome una y otra v
e lo único que pensé ante
r nueva y momentáneamente. Sintiéndome dece
entres - Gritó l
olpe se hiciera presente sobre algún lugar de mi cuerpo, una mano se posó sobre mi mejilla. No sabría explicar la razón del porqué aquella acción me dolió más que cualquier golpe que me hubiera dado
gar corriendo al cuarto y un golpe seco
rtina anestesiada. También el tacto de unas manos ásperas y fuertes que me sostenían con la delicadeza de quien toca un cristal a punto de romperse en mil pedazos. Podía escuchar una voz amable que anunciaba cada detalle de lo que estaba haciendo.
s que palabras mudas que no serían escuchadas jamás. Pues el hecho de hablar conllevaba un esfuerzo sobrehum
y alaridos llenos de agonía a los que ya estaba acostumbrada para que me acompañaran durante las noches. Solo por un momento,
rrible dolor de cabeza y una sensación de adormecimiento en todo el cuerp
me invadió al darme cuenta de que estaba completamente desnuda y que junto a mi en la cama había un hombre de espaldas, caí