la suficiente fortuna para volver a verse con su hermana, siendo las dos parte del nuevo grupo de esclavas mayores de edad. Y su deseo se cumpliría, pero de la manera menos deseada. Una vez estuvieron en un sitio denominado por los dorianos como "Plazoleta Central", ella y su compañera fueron sujetadas por las muñecas a la parte alta de unos postes, obligándolas a estirar los brazos por encima de sus cabezas y a empinarse para lograr tocar el suelo y no quedar con sus pies colgando. Bajo un intenso sol, no pasaron menos de dos horas en aquella incómoda posición, antes de recibir un poco de agua por parte de uno de los capataces, quien se presentó como Pascual. <
tener una opinión exacta sobre su actual fisonomía, no dudó en concluir, con un sentimiento agridulce, que la pobre muchacha, víctima de los crueles tratos, era Estefanía, su hermana gemela. Se trataba de una esbelta muchacha, la más hermosa del campamento. Su cuerpo tenía la perfección de las mejores esculturas, su cabello, largo y castaño claro, le llegaba un poco más abajo de los hombros, y su ro
reflejadas en la mayoría de capataces. Parecían gozar viendo a su preciosa gemela sufriendo, al tratar de avanzar entre las cadenas, a pesar del enorme peso sobre sus hombros. Volteó nuevamente a mirar a Estefanía, y para su sorpresa, se encontró con la mirada de ella puesta en su rostro. Percibió una leve sonrisa en sus bellos labios, pero lo expresado por sus ojos le llegó hasta el alma: era claro el sentimiento de felicidad expresado en ellos. E