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Historia
Hediondo

Hediondo

Autor: Dalla Mendes
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Capítulo 1 Érina

Palabras:1281    |    Actualizado en: 15/04/2022

Erina, buenas tardes

sonríe. Cuando te diga que te vayas a la mierda, sonríe un poco más. Si mencionas que tu culto apesta por

r que ningún cliente del banco llama a un interruptor para elogiarlo. Sin

mencionar que el interés es grande para el tamaño de mi trasero. Y él ni siquiera sabe que no tengo culo. Después de mucho explicar que no

tenía todo para ir. Mi supervisor, o jefe si se quiere, siempr

gran trabajo

Respondí mientras devolvía

ede ver a cada empleado como un águila y mantener su reino en

e un buen trabajo

sorprendería de cuantas veces pensé en rendir

pregunta cortésmente, ajusta

e irme a casa, quitarme los zapatos y lavar mi periquito. Aunque ya estaba cansada de dar con la navaja en el azulejo de la pa

ido, así que saben que pronto ya

evo jefe. Lamento pregun

Como ese periodista que suele s

llamarme señor, te despido. Pero no

acturas son caras y también lo son los

ulpa. Y f

que incluso bromear

dedicación deje esta mesa. Después de un tiempo de análisis, llegué a una c

a abrir la boca ni siquiera pensar. ¿Estoy re

cortésmente cuando nota que mi alma

orqu

sus teléfonos, apaga el sistema o mantiene sus líneas ocupadas p

en mil astillas, y la presión de cualquier cosa que explotara nos hizo volar. Mi cuerpo fue arrastrado por el suelo frío, al igual que mi jefe. Las hojas volaron, los teléfon

nta preocupado, ayud

o el lugar seguía vacío. El único problema era que el edificio de al lado

mos que sali

er humano que actúa sin pensar, hicimos lo incorrecto. Tomamos el ascensor. La puerta se abrió y cerró con inmensa facilidad.

uerta, solo entonces se dio cuenta de l

que me iba a morir sin tener hijos. Perro. No tengo un perro. También lloré porque nunca conseguí qu

r que tengo suerte para los sinvergüenzas. Justo cuando pensaba que las cosas iban en serio, el hijo de puta desapareció, ¡incluso antes de que perdiera

ina, la ayuda

una loca pensando que eso haría que volvi

orir así!" ¡N

e calmarme. "No te preocupes, lo último que necesitamos es un ataque de pánico. Mante

de llanto que siempre hice. Llorar cortésmente no era yo. Mis labios se convirtieron en una vagina al revés, mientras la protuberan

ien..."

tenía su boca sobre la mía. Cuando el beso estaba a punto de suceder, la energía volvió y la puerta se abrió, pero no detuvimos el beso. Solo fue detenido por el ruido atronador de las mu

mis pies. Todo lo que podía hacer era gritar. Grité de miedo o

censor? preguntó l

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