una vía de escape,
Mcq
y joven, cuando era dibujante en una agencia de publicidad. Por mera casualidad, boceteó un traje para una modelo, que protagonizaría un comercial de televisión. A ella le gustó tanto el diseño, una vez elaborado en tela, que le encargó otro y otro y otro. Así fueron sus primeros pasos en este glamoroso y com
e, firmaría contrato con Tayler's Model Management. Sin em
o advirtió que no aparecían los zapatos, ni los accesorios, que completaban el atuendo. Pronto le tocaría el turno de salir a desfilar
ritó con voz afectada y con las man
zapatos! –respondió Alana-. ¡Parece q
e pagar! –casi se arrancó su camisa de seda, color vi
fue mi
-chilló Maurice con
irma. Era un joven de rostro andrógino. Tenía el cabello largo y revuelto. Sostenía varios pañuelos y un
tos, hasta culminar en dulces reconciliaciones. Las causas de estos vaivenes eran el carácter dominante de Maurice, y la debil
s zapatos y los ac
u traje, Maurice! -respondi
a que se los robaron
y responsable! –con malicia, agregó-: ¡A menos que
e gritó ella-
istió, medio molesto-. ¡No soy un i
tiempo para discusiones! ¡Tú sa
así! –Alana lo miró muy al
e! –y la tomó por un brazo para sacarla-: ¡Tien
! -se res
tu turno
a escena, mientras Viveca la ayudaba a colocarse el fino traje con el cual desfilaría en breve. E