o si arrancaran las uñas con pinzas. En ese preciso momento, Cassandr
su cara y el hecho de que apenas podía respirar en esa claustrofóbica caja. Nada sirvió. El único pensamiento que ocupaba su cabeza era
más, Ca
eso solo prolongaría su desdicha, pero esa prueba estaba llevando más tiempo
apareciera al otro lado del túnel y hubiese decidido dar media vuelta y regresar porque se había impacientado. Cassandra no estaba segura de ese dato: no recordaba luz alguna. De hecho, recordaba
erca del conductor del otro vehículo que se había marchado mientras que ella yacía en una fría camilla luchando por su vida. En definitiva, no rec
Los últimos dieciocho meses habían sido un torbellino de pruebas y más pruebas, y mientras tanto tuvo que acomodarse de nuevo a la vida de Caracas y conocer otra vez a su marido y a sus amigos. «
o. La de su marido era una pasión admirable. ¿Qué más daba que su matrimonio no fuera perfecto? Nadie esperab
alir del túnel. Terminado. Por fin. Veinte minutos de infierno. Y no había
trol y soltó las correas que le in
tan mal. ¿Có
otó la larga cicatriz que
una sa
co se ec
omento mientras comprobamos las imágenes y nos as
ía el procedimiento. Ya había pasado a
nas estaban reunidas alrededor de las tres pantallas, con la vista clavada en lo que parecía una zona de guerra. Ha
n. En la parte inferior de la pantalla se podí
r. Varios testigos afirman que vieron cómo el avión se convertía en una gigantesca bola de fuego a escasos metros de la pista. Varios agentes de la Ag
ras buscaba como una posesa entre recibos y barritas de frutas la nota que Erick le había dejad
dra? ¿Pa
un sonoro golpe. Se hincó de rodillas, rebuscando la nota de Erick como una loca entre el contenido. No era el mismo vuelo. No podía serlo. Se
¿Qué pasa? ¿Q
a enfermera, la estaba ayudando. Se le lle
Erick. Tengo que enc
ila. Tú respira. Estoy se
a librarse de las lágrimas, escudriñó el suelo y por fin vio la letra torcida de Erick en un trocito de papel, justo a