y fea y desagradable en su interior. En su arrogancia, presumía más de lo que tenía porque su belleza exterior, aunada
la ingenua que era, creía que no había nadie mejor para ella que él, debido a su posición social encumbrada,
e la primera ofensa que él obtuvo de parte de ella; la muchacha no tuvo reparos en llamarlo mendigo y pordiosero. Lo humi
eso la había convertido en una persona vacía y negra en su interior. Pero para su enamorado, la mejor manera
e sus amigas al pobre chico. Cuando sus palabras salieron de su boca, todos comenzaron a reír, en espe
no era virgen, no le supuso ningún problema porque el chico era muy apuesto y le producía cierto morbo. Aceptó llevarlo a la cama para
s amigas, pero que la realidad era que le gustaba y deseaba que se acostaran. Él obnubilado y con el corazón a mil p
la mujer que amaba con locura. Después de pasar la mejor noche de su vida, ella se
e no tiene ni vale nada. ¡¡Jamás, óyelo bien para que se te grabe en esa tonta cabeza sin cerebro que tienes, jamás
do por la ira que le provocaba, recordar esas palabras tan hirientes que le espetó su amada... Quiso emp
las por la frontera Americana, todo lo hizo para ser adinerado y poder tener a su capricho, como
y caro todo el daño y humillaciones que me ocasionaste», se decía mie
a dulzura para convertir su espíritu alegre en uno de pura frialdad. Su aura dejó de brillar y solo quedó en él una o
o a sus informantes y aliados, comenzó a crear su imperio, un mundo donde al salir lo mostraría como un gran hacendado. Sus confidentes
edad, por eso, cuando su padre intentaba levantar un negocio, él movía sus hilos haciéndolo fra
dre de esta la había vendido al hacendado sin que ella lo supiera, todo para intentar mantener un estatus que ha
mo se desmoronaba el matrimonio de la culpable de sus sufrimientos, lo llenaba de alegría. Sabía que pronto la destrozaría, obtendría su
hombre vil con las mujeres, comenzó a urdir un plan para destruirlo, adelantando su venganza y orillando a su antiguo amor a vivir mendigando en las cal
unidad de vender a una de sus hijas; es más, ya lo estaba haciendo. Lo que la ingenua mujer no sabía, es que él no ace
o, conocerás el infierno en vida