ido(1), podía pasearme por las calles de la ciudad portando mi katana y mi wakizashi(2), orgulloso de ambas. Con el cor
ó y lo rebautizó bajo el nombre de Yamaguchi Masamune. Masamune, por su parte le suplicó a su padre que ado
ente amueblada, en las mansiones de nuestros padres. Apenas despuntaba el alba nos entregábamos a nuestras labores y enseñanzas; intentábamos se
asamune, que ya había pasado por eso, me acompañó hasta el distrito del placer; durante el trayec
a mayor se inclinó y me guio hacia una habitación en uno de los pisos superiores sin articular sonido. En aquella habitación me esperaba una jove
red de un muro; al verme repitió el mismo gesto que me hizo antes de qu
era en el estandarte de la división, sino en el frente de batalla, sobre mi caballo
a había desplazado al pequeño niño tímido y miedoso que alguna vez había llegado al cuartel. Miraba airoso al enemigo desde la montura de su caballo pelirrojo, su l
que mato más enemigos que tú, hermanito
dió su hermano, aum
o; a pesar de haber librado innumerables batallas se comportaba como si fuese la primera vez
ontraba tan nervioso, Hir
vimiento de sus manos demostraban que estaba nervioso por algo en especial, y se movía inquieto en la s
donde estaba mi padre. Al verme llegar, Yamaguch
-pregunté-. Lo noto i
jo mi padre, acariciando el mango de su katana-: Recibimos la not
uede ser posible, los únicos que poseemos tales armas somos n
e vea shinigamis era un muy mal augurio, los ángeles de la muerte se arremolinaban so
ga eso -supliqué con la
ndo mi mano, sus manos estaban frías como el hielo y temblorosas-, no permitas que el
re,
ba tranquilamente-, no caigas en vicios, ama a tu mujer, respétala, en
escendió de su caballo, me reverenció y bes
ente volvió a montar. En señal de respeto y humildad m
ía? -pregun
uñí, les expliqué rápidamente l
Masamune, mirándome-. Yo me encargar
mirada, cuando estuve seguro de que alcanzaría a hacerme oí
stán listos para dar l
nísono, afirmando su ent
utilizando armas de fuego! -continué-. ¡No deben permitirles recargar!
aron nuevamente d
escogido morir deshonrosamente!, ¡acaben con ellos! -vo
ia mi puesto, Masam
rró Yoshiie-: Pue
! -gritamos M
perros rabiosos, deseando aquel grupo de corderos que venían a por nosotros. Mi corazón latía desenfrenado, la ad
igo importante, rogaba a los dioses que no hayan tenido mucho tiempo para practicar con aquel nuevo juguete. Cuando el enemigo term
teñirá de escarla
sangre -dije yo-, s
sión estaba a cargo de Masamune, el cual dio la orden de atacar. Una lluvia de flechas se desplegó sobre ellos, com
s gritaron al unísono. Cuando vi que se encontraban don
rtos traseros, y con una jauría de
ros, Masamune daría la orden de disparar a los arqueros con flechas incendiarias y así el círculo de aceit
o se armó el círculo, nuestras tropas parecían enviadas desde el mismo infierno, el enemigo gritó asustado, intentando huir, pero yo ya los tenía al filo de mi espada. Empecé a cortar
es que habían sido preparados bajo un riguroso entrenamiento. No con mis hermanos, Yoshiie y Masamune, dos loc
arro y sudor que dibujaban enigmáticos dibujos. Sus ojos estaban fijos en sus víctimas, tenía la pupilas dilatadas, los manos aferradas a su lanza; su lengua recorri
o de un soldado enemigo y la batalla acabo. Mis hombres y yo festejamos aquella victoria, esa noche seguramente sería un desenfreno total: sake, sushi de la
regunté, mirando
a tu padre
ad. Mi padre estaba tirado en el suelo, cerca había unos cuantos enemigos y compañeros caídos, se aferraba
obre él, mi casco con cuernos formaba una tétrica im
igam...
el casco
dije arrodillándome a s
susurró-. Lo único que me molesta... es
re..
o. Me miró con su único ojo, su vista estab
tienes que h
i padre limpió sus manos mientras la sangre brotaba de su pecho lampiño y su vientre salía por encima de la cintura de su armadura. Tomé su katana por el mango, la desenfuné y uno de mis hombres empapó el filo con el sake. M
a derecha en forma horizontal. Continuó abriendo su estómago hasta el esternón, como debía ser realizado el seppuku, me hizo la señal para que procediera: asintió con la cabeza. Exclamé un único grito y corté la cabeza de mi padre, el cuerpo sin v
a el funeral -ordené, y
bía llegado a sustituir a mi verdadero progenitor gracias a la dedicación y al amor con el cual me había tratado durante los años que había permanecido a su lado. Sentía la n
taba de Yoshiie. Sin dejar de darle la espalda
, mi voz salió
padre -respondió, su voz so
ede? -qui
incinerado o ent
de mi padre no podía ser enterrado entre
ira, avisa a los hombres que tendrán tres días para descansar, el viaje
de? -pregun
tos de mi padre en el pie
e nosotros, alumbrando aquel ritual, su último ritual. Mis hombres y h
ejor sake del batallón, lo necesitaría en el largo viaje hacia el otro mundo, y puse en l
r del viento, las banderas de las diferentes divisiones flameando sua
encendió lentamente y luego, al tocar el aceite, avivó su intensidad. En pocos segundos, su cuerpo se vio envuelto en llamas, incliné la cabeza y oré por el descanso de su alma; unas
cuanto lo intentaba, ni la compañía más lujuriosa, ni el mejor sake de todo Japón podía llenar ese vació en mi pecho; me refugié en mi flauta y en mi espada, me refugié en el arte de la guerra, cada movimiento d
oven de samurai de veinte años, mi hogar quedaba a pocos minutos a caballo del Palacio imperial, era una pequeña mansión aunque demasiado grande para mí solo. Sin embargo, l
e encontraba la tablilla mortuoria de color negro con los nombres de mi difunto padre grabados en letr
una de mis sirvientes-, e
rar, hice una revere
nvitado -pedí, mi sirvienta nos reverenció a a
hiie había crecido considerablemente
anunció, su sonrisa se e
ba al pequeño Yoshiie casado, apenas tenía diecis
-me recordó-. ¿Por q
nzó una carcajada-. Mi destino es la guerra, no entiendo como estas m
o de arroz y pescado para mi invitado y
ngo para ti te vendrá muy bien
es? -pr
ido ascenderte a un puesto muy importante -respondió mirándome por e
ia me sor
queña flor de cerezo cuando éramos niño
nera burlona-. Deberás presentarte mañana ante
staré -
-
DE AYUDA
llido, el resto de las castas carecían del mi
queño, pareci
acterístico de
ponés, algunas son re
de sangre es un deshonor, es por eso que Nobunaga-sama l
ente una estatua o un rollo de pergamino mándala. Algunas sectas budistas ponen placas conmemor