no de Margarita, había estado hablando con ella, cuando le pidió acompañarla a pasear,
ondió Tomas cariñoso- ¿A q
al mediodía, después de la oficina, vienes al
!- buscó sus labios y
a Tomás-dijo e
ansado y tengo ganas de tí- dijo T
uiero, deseo dormir y tú, debe
os a dormir entonces
co una de sus nalgas con deseo y e
enojada- ¡Ya te dije que no tengo ga
i, amor, me gustas much
que me puedas atender como yo quiero y n
dura Margarita, pero él la amaba mucho, sabía que estaba e
as iban saliendo muy bien, había hecho algunos movimientos
e estaba parada allí, esperando una respuesta a alguna pre
ó de no pensar en ese día;
conversación- dijo Tomás- est
l- tengo más de cinco minuto
á! Dime, ¿que dec
invitados se han marchado- dijo Carol a s
o- dijo Tomás - ¿Ya Sara,
de tu hija, compañeros de clase
cerca, dudo mucho que sean un
ortancia al asunto- son amigos míos, me
biendo que mi pequeña está en las mejores man
Tu mamá te ha ayudado todos estos año
ento en que tuvo que atenderla por comple
para abrazarla, Carol llevó a Sara hasta su habitación, prometiendo a l
guntó Sara a su abuela- ¡Él no se sie
igió Carol a su nieta- él solo está
!- dijo la niña triste- ¡e
n cosas de la gente grande, un día tu papá te lo explicará, mi n
jo la niña- es mamá
a abuela Carol, qui
pero Sara tenía seis años y se daba cuenta del dolor de su padre, que
da y necesitaba descansar, buscó a Sara para volver a casa, Tomás caminó de
rzo, que todo había quedado reducido a unas cuantas palabras de reclamos y un adiós sin poder replicar, no hub
r con Sara en manos de Carol; ella se encargó de los maestros en el colegio, de toda
uridad, todo lo que la niña necesitara, estaba bajo el control de él, se volvió su
años, quedarse sin su mamá pero Tomás no podía ha
a circunstancia, nada de amiguitos en casa- dijo mirando a las empleadas directamente- ni salidas
iña, había estado desde el primer día de vida de Sara, le pareció tan injusto lo que s
pero su papá ya había exigido de ellas que nada de actividades en
cía la niña, la voz de Sara, era triste- m
a de las niñeras- así no te regañ
ve!- gritó un día Sara llorando- ¡
en ese momento entró- es que le da miedo que t
ola de vez en cuando, tengo diez años, n
sus apreciaciones, pero nunca réplica a una orden de su padre
y te casas nuevamente? Necesito una mamá
pero eso salía de su mente, nadie le indica