n el aeropuerto inte
uapo y elegante. Las personas que esperaban a sus seres queridos y clientes s
su hermosa figura y sus largas piernas. Su andar era tan elegante como el de una modelo de pasarela, pero señorial como el de una reina. El niño que estaba a su la
ujer? ¿Acaso es
muy hermosa... ¡Y el
a he visto a nadi
en cuanto Yvonne se quitó las gafas
ez. Era Waylon Patterson. Este se agachó y abrazó al pequeño. "¡
el hijo de Yvonne, Aiden
eño, me has echado muc
", contestó el nene
travie
e dijo con seriedad: "No deberían pelearse
aron los ojos antes de as
con una chica. Luego se disculpó y se dio la vuelta para marcharse. La chica no montó ningún es
ar de ojos, vio cómo el hombre cortaba el bolso de la chica con una cuchilla y se llevab
no era su día de suerte, porque ella nunca podría pasar por alto
ió al hombre y chocó con él adrede. El ladrón estuvo a punto de gritarle; sin e
¿se encuent
, la consoló el ladrón mientras insistía en que no tenía por qué disculparse. Entretanto coqueteaba con ella
harada de tu propia medicina", murmuró
egítima propietaria. Sin que ella lo supiera, alguien h
el flirteo y el robo. Tuvo que admitir que sus movimientos fueron tan s
fue el aspecto de la carteris
la gente se le daba bien fingir, y siempre iban por ahí llev
tanto veía alejarse a Yvonne y, de repente, su at
uien encontrara a esta persona o proporcionara buenas pistas. También hemos encargado a la organización de hac
iempo que has estado investigando al Doctor Y. No solo no lo has encontrado
muy misteriosos. Creo que alguien los está ocultando, y que cubre bien sus huellas. Los indicios apunt
enes, sintiéndose algo
que contactó por todo el mundo pudo tratarlo. El Doctor Y era su última esperanza. Conrad tenía muchos contactos, pode
e no te importe cuánto cueste. Es una cuestión de
señ
ó a su Porsche negro, que desapar