es Walton, y jamás en sus años de vida, había actuado tan ridículamente. Sin embargo, no podía evitar estar aterrado, al saber que esa chica de la parada de autobús, era real. Lo que jamá
Aunque había uno, que no podía dejar de observar, con varios diamantes rosa que formaban una flor. Era simplemente precioso. Sin embargo, aunque le gustara, su precio era demasiado elevado, para un anillo que ni siquiera sería pagado por gusto, de parte de Ares. -¿Hay alguno que te guste? -Le pregunta a la chica, que sigue observando los anillos. -No, lo siento. ¿No hay algo menos grande y llamativo? Más sencillo. -¿Qué tan sencillo? -Lo más sencillo y barato que tenga. -Específica, Aurora, que tampoco quería que Ares creyera que era una oportunista que solo pretendía gastar dinero. La vendedora, la mira algo confundida, pero atiende su petición. Trae un quinteto de anillos, bastante sencillos. Entre ellos, una argolla plateada, decorada con circones alrededor, que le pareció hermoso, y era justo lo que esperaba encontrar. -Me llevaré este. La dependienta lo saca del mostrador, y se lo ofrece para que pueda probárselo. Al ponérselo, no puede evitar sentir mariposas en el estómago, pues hasta hace unos días, estaba segura de que sería obligada por su madrastra a convertirse en monja, y ahora, estaba comprometida con un hombre tan indiferente y frío como el hielo, del que su hermana está enamorada, pero a pesar de todo, siente una pizca de emoción en su interior, y no debería. Se quita el anillo, y pide que se lo empaquen. Paga con la tarjeta, y se retira, rápidamente. Al llegar a la empresa, y estar frente a la oficina de Ares, se lo piensa dos veces, para tocar la puerta, al ver que no está la secretaria, que puede anunciarla. -¿Por qué será que cada vez que vengo, a este lugar, la secretaria no está? -Se pregunta Aurora, que finalmente decide tocar. -¡Adelante! -Le ordenan desde adentro. Tímidamente, y con mucha vergüenza, entra, y observa a una mujer joven, muy bonita, al lado de su prometido, tomando nota de forma atenta, mientras él parece muy concentrado, en los documentos que tiene en su escritorio. -¿Qué haces allí?, ¿por qué no sigues? -Le dice fríamente Ares, mientras la chica, a su lado, le sonríe con pena. Aurora se adentra tímidamente y se para justo en frente de él, que no se digna a mirarla, por lo que decide poner la pequeña caja de joyería sobre su escritorio, y junto a ella, la tarjeta, y la factura de compra. Ares, mira levemente los objetos. -¡Lina! -Llama a su secretaria, que no puede evitar sentir curiosidad sobre lo que pasa entre su jefe y esa mujer. -Dígame, señor... -Sal. Más tarde terminaremos. -Como ordene. -La chica sale y apenas cierra la puerta, Ares mira fijamente a Aurora, por primera vez. -¿Qué es eso? -El anillo que me pidió comprar. -Comenta inocentemente la chica. Mira la factura con desprecio al notar el precio. Abre la caja, y el anillo le parece tan insípido y poca cosa, para algo que regalaría el futuro heredero de Walton's car. -¿Se supone que esto es un anillo de compromiso? Aurora lo observa confundida. -¿Por qué?, ¿no le gustó?, a mí me parece muy hermoso. -Para el jardinero de mi casa, tal vez. -Eso es algo despectivo. -Despectiva será la prensa conmigo, si al anunciar nuestro compromiso, se dan cuenta de que este es el anillo que te compré. No me bajarán de tacaño, y mal novio. Y ni que decir de mi madre. De seguro dirá que este no es un anillo digno de un Walton. ¿Acaso eso planeas? ¿Hacerme ver como un insensible tacaño, que no se esmera por la mujer con la que se casará? -Lo siento, señor, pero es que, yo jamás he comprado un anillo de compromiso, y al ver su poco interés, no quise abusar, gastando en algo que no quiere ser comprado. -¡Uisshhh! ¿Sabes cuál es tu problema monjita? Que piensas demasiado. Ares se levanta, toma el anillo, la tarjeta y a Aurora de la mano, llevándola tan aprisa, que ni siquiera se fijó si ella podía seguirle el paso o no. -¿A dónde vamos? -Pregunta nerviosa con el corazón a punto de salírsele del pecho, desde que sintió la mano de Ares sobre su muñeca, causándole escalofrío en todo su cuerpo. -¿No es obvio?, a comprar un anillo decente. Mientras la lleva de la mano, por toda la empresa, y todos a su paso los observan sorprendidos, Aurora se avergüenza, mientras que para Ares, es como si los demás no existieran. Afuera de la empresa, suelta abruptamente la mano de Aurora, y guarda silencio, como si estuviera esperando algo, mientras la chica permanece inmóvil, sobando suavemente su mano, parada junto a él, sin saber qué hacer. Minutos después, un McLaren P1 se detiene justo enfrente de ellos. Se baja el valet parking y le entrega las llaves a Ares. Se sube, en el asiento del conductor, y baja el vidrio de la puerta del copiloto. -No esperarás