e la vio nacer hace poco más de 16 años, el destino la hizo turca, la suerte la ubicó en la tribu del J
jóvenes de la tribu Khabattb, su jeque era un hombre piadoso, mucho más que la mayoría de los que poseían ese cargo, una de las grandes cosas que muchas mujeres le agradecían al jeque Khattab Marwan, era que había prohibido los casamientos de niñas menores de 16 años; ese día Leila festejo con su madre, un avance en l
el día que nació. - Muje
no paraba en todo el día, ser la hija de Said Assad, era lo mismo que estar maldita, el hombre no apreciaba ni a su esposa, Misha, solo su hijo Jamil valía algo para el patriarca de la familia, después de todo era hombre; Leila vio con dolor, como su madre se marchitaba día a día, mientras ella crecía y comenzaba a tomar el lugar que según su padre, a todas las mujeres les correspondía, el hogar, lavar, limpiar, cocinar, atender
go continuar con su camino, en su rostro no había lágrimas, esas no servían, no importaban, tampoco se la veía desesperada corriendo hacia su destino, no, claro qu
el que poseían siempre, bajo un poco su mirada y al final del acantilado pudo ver el rio que se movía a sus pies, se veía tan pequeño, pero Leila sabía que era el efecto
rdón
n a la roca del acantilado, definitivamente era un arbusto valiente que no estaba dispuesto a caer y dejar de existir. Cuando al fin quito su vista de esa distracción, se encontró con el responsable de la ronca voz que había escuchado, por un momento tuvo la necesidad de salir corriendo en dirección contraria, frente a ella estaba el hombre más guapo que sus inocentes ojos pudieron haber visto alguna vez, su cabello negro brillaba bajo el fuerte sol, su barba recortada le brindaba un aire de seriedad y su altura lo hacía ver imponente, dejo de ver las cualidades de aquel hombre al descubrir que era el hijo
el hombre al tiempo que s
one mi insolencia. - dijo de
ía a ver el miedo en los demás cuando lo tocaban
salvarme, no sé cómo resbale. - dijo mientras ext
olo las personas que desean terminar con su vida vienen
rees... - el futuro jeque reparo en lo último que la joven dijo, ella tenía razó
de se dio cuenta. - Te ordeno que me digas la verdad. - el rostro de Farid no demostraba vergüenza, duda
ecir jefe, usted y yo no
n en silencio, era muy delgada, parecía un alambre, aunque no era alta, su cabello estaba opaco, se notaba que no lo cuidaba, aunque
ienes? ¿Cuál
po que llevaba la vista a sus delgadas y maltratad
ab, aunque eso ya
el jefe después
e aquí. - quiso sonar con firmeza, como un jeque
uí. - la sonrisa que la joven le mostro l
d solo veía a una joven carente de emociones, y eso lo asustaba, su padre hacia lo que podía para
me. - contradijo sin pe
ra una niña, él tenía 20 años y estuvo dos horas llorando en silencio a la orilla del precipicio ant
Farid vio como apretó sus manos, hasta que sus nudillos quedaron blancos, la impotencia
omprendió, conocía a Mashal, era un hombre de 50 años, viudo, con un hijo de 30 años y o
tarse la vida. - trato
ser mayores que los míos? - respondió con osadía, pues la m
altar por ese acantilado o esperar a que mi padre me mate. - la honestidad bailaba con cada palabra, pero Leila había escuchado mi
, los ojos negros como el carbón del hombre así se
justo decir mi verdad...soy gay Leila. - la joven pestaño con asombro un par
n y expulsarían a su familia de la tribu. - Pero no es necesario morir, tampoco revelar la verdad. - trato de persuadirlo una vez más, no quería que el joven muriera a su
o, Leila volvió a pensar, Farid Khattab no podía morir el mismo día y en el mismo lugar que ella
on la voz cargada de esperanza
¿Q
lo volvió a sujetar, ya que casi cae accidentalmente por el precipicio. - Creo que lo me
sad, dime ¿Qué
podrá casarte con la hija de Ryad, por favor, Farid, sálvame de morir hoy, porqu
odía salvarla a ella, se veía tan frágil y él sabía muy bien cuál era el destino que le esperaba si no saltaba
to con vergüenza, crecer en esas tierras no era fác
plaudía al padre de su amiga, luego de que la asesinara, "Has traído honra a tu casa" "Muy bien, has
.. nunca te tocare... como esposo. - dijo cada palabra mirand
más que nuestro matrimonio sea solo en un papel, tú m
hora te esperare fuera del jardín de té, si no l
o llegue? - dijo seg
e día me espe
Farid, ha
cado, y las ganas de gritar se agolpaban en su garganta, era la prime
hogar, en una habitación que funcionaba como
un hombre pobre, un campesino, ¿Cuál fue la solución que encontró la pareja? Ambos escaparon ¿Cuáles fueron las consecuencias? fueron perseguidos y asesinados por la tribu, por su propio padre, 25 años habían pasado de aquel día, y Marwan aún seguía tratando de cumplir lo que le prometió a su hermana sobre su tumba. Pero habían tradiciones de las cuales ni el jeque podía escapar, ni su familia, y su hijo era el que ocupaba la
empleado de suma conf
jeque hizo una seña con su mano y el empleado
za, al tiempo que su piel se ponía de gallina, ¿sería que no tendría que matar
cir aquellas palabras, no sin
e que ambos estaban dispuestos a saltar, pero luego hablaro
algo mal, que no era "normal", pero ahora no comprendía que era lo qu
dijo de forma agitada su hijo y Marwan le hizo un
- el corazón de Farid se agito y sintió vergüenza una
la hija de Ryad. -
rro sus ojos y recordó los ojos de Leila, la valentía en ellos, y com
palabras salieron tan seguras que sonaron a verdad todo en el
ria la joven con la que estuvo en el acantilado
guntó el mayor con
la hija del c
fijara en la hija de un campesino no era bueno, por lo menos no para la tribu, ¿Qué podía ofrecer una joven ana
ven? - Marwan no sabía que sería peor, que las especulaciones sobre la orienta
í a ver, tiene 16 años y sé que aún es una joven, pero cuando hoy me informaste que me casarían con la hija de Ryad, yo lo único que veía era su rostro, tanto que salí
abras, pero el dolor y el enfado le provocaba querer golpear a su mal agradecido hijo,
el último año y como sabe que nadie nos apoyara, no quería continuar. - Farid hizo una
su hermana, que sea pobre, era repetir aquella trágica historia de hace 25 años
r su mano. - Farid miro con asombro a su pad
ción padre? - preg
o h
dad que le decía que viviría un día más,