ción. Quedó sentado, miró el reloj de la mesa de noche, eran las siete de la mañana, vivíamos a media hora del club. En varias ocasiones s
, me confié, vaya
tenía acostumbrado y a él le gustaba, que le recomendara el cómo se iba a vestir. Corrí de un lado al otr
treza. César era demorado para secarse los pies, tenía un ritual de casi cinco minutos, el cual me hab
laba con ropa interior de encajes y seda, era como si fuera su hermana quien se vistiera en s
rábamos en el espejo grande que tenemos en el baño, ya me había recogido el cabe
y, muy seguro juegue con sus amigos; Alejandro Orjuela y compañía se encontrarán en el desayuno, a
to? -s
monio, feliz anivers
u olvido, menos ahora cuando pasó con alguna mujer bailando o coqueteand
una sola palabra, sin embargo, portaba el reloj, al menos se lo puso. Debía ser fuerte, la mujer de a
-sonreí, ya era un
vorita?! -No tenía más remedi
llamaba para que no me traigas a los niños, nosotros pasaremos por
s, espero no se enoje por tener
ón continúa.
oger a los niños t
zafiro con oro blanco, «menos mal te anticipaste».
del mediodía, un be
o ante la familia era el ser más
regalarte algo,
etes. -No lo miré, no obstante, él sí lo hizo-. Son los qu
inco años de matrimonio, tenían un hijo de tres años, nos saluda
res parejas juntos. Aunque faltaba un par de amigos más. También me sorprendió ver en la mesa a
ella, supuestamente era su novia cuando todo pasó. También era cierto, a ella nunca la he visto c
cuando fue al revés, el problema fue que nosotros éramos novios a escondidas por la amistad
también fue una confirmación, no le gustó que llegara con mi esposo. ¡Qué imbécil he sido! Yo justificando que él tenía
había realizado nuestra boda, le sonreí cuando nuestras miradas
la reunión de amigos se tornó algo tensa. Era evidente que todos sab
ró, se tensionó, ¡esto era lo último! Vi al sacerdote caminar hacia el balcón con u
mirar era Blanca Varela, nuestra loca compañera de la universidad.
a verlos de
había pasado nueve años desde que nos graduamos. Lo último que supe fue d
uiste sin dejar rastro, nos olvidaste. -dijo Fernanda-
jada con César? Veo que están separados y él como siempre al lado de su a
abían una loca mentira que tampoco había desmentido y... En el tiempo en que Blanca rumbeaba con nosotros yo le intent
poso e
Rocío se levantó. Y Alejandro interv
? -Ella sonrió, sacó lo
el lunes se los entr
a ir a ese viaje, o sea que... ¿¡Todos los presentes sabían de la desfa
tes par
os ya sabía todo y no me iba a dejar. Blanca
para que disfruten de unas increíbles vacaciones en Grecia
entó. Al abrirlos vi que Sandra y Fernanda besaban a sus respectivos esposos, mientras yo confirmé todo. Con una
no era p
tómalo como tu re
me daba ánimos. Lo miré, lo había dicho en voz alta, Rocío había llegado en ese mismo instant
u puesto, la otra siempre será la amante, yo fui al altar, yo hice los votos hasta la muerte, yo er
o.
sa María
otra vez, ya no me quedaba la más mínima duda, Fernanda me miraba p
ve inocente». Seguí con tu papel de estúpida, pero ya no aguantaba más, quería salir corriendo, sentía mucho calor, debía estar sonrojada, tomé el vaso con agua de