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Era una doctora talentosa de fama mundial, CEO de una empresa que cotiza en bolsa, la mercenaria más formidable y un genio de la tecnología de primer nivel. Marissa, una magnate con una plétora de identidades secretas, había ocultado su verdadera identidad para casarse con un joven aparentemente empobrecido. Sin embargo, en vísperas de su boda, su prometido, que en realidad era el heredero perdido de una familia adinerada, canceló el compromiso, incluso la humilló y se burló de ella. Cuando las identidades ocultas de la chica salieron a la luz, su exprometido se quedó atónito y le suplicó desesperadamente que lo perdonara. De pie, protector ante Marissa, un magnate increíblemente influyente y temible declaró: "Esta es mi esposa. ¿Quién se atrevería a quitármela?".
"¡Ay, eso duele...!".
Marissa Nash se estremeció cuando un dolor agudo le recorrió el cuerpo, dejándola momentáneamente mareada por la agonía.
Al notar que le salía sangre de entre las piernas, jadeó conmocionada: "¡Oh, no!".
Apresurada, se había olvidado del manojo de Sueño de Orquídea que había en el asiento y se sentó accidentalmente sobre él. Sus largas y afiladas espinas se clavaron profundamente en su carne.
La planta era conocida por sus fuertes propiedades anestésicas, lo que significaba que probablemente estaría entumecida durante las próximas seis horas. Con un suspiro, decidió que lo mejor era cerrar la tienda y descansar.
Apretando los dientes contra el dolor, se quitó con esfuerzo las espinas y estaba a punto de poner el cartel de "Cerrado por hoy" cuando un hombre alto, que vestía un traje elegante, entró en su floristería por la puerta de cristal.
Su imponente presencia llenó rápidamente la habitación. Tenía un rostro apuesto aunque severo, con unos ojos que transmitían una mezcla de desdén, odio y una feroz destructividad.
Marissa frunció un poco el ceño, pues no lo reconocía e ignoraba sus intenciones; sin embargo, resultaba evidente que no estaba realizando una visita amistosa.
Tenía muchos enemigos, por eso el riesgo de ser desenmascarada siempre estaba presente, aunque solía utilizar alias y disfraces en sus misiones. También era posible que hubiera surgido un traidor dentro de su organización. Los enemigos que buscaban venganza o secuestro no eran infrecuentes.
Con sus fuerzas menguando, sabía que no debía actuar de forma imprudente. Lo único que podía hacer era mantener la calma.
"¿Viene a comprar flores, señor?".
"¡Je!", se burló este, ignorando su pregunta.
Sin mediar palabra, la levantó en brazos y se la llevó al exterior.
Marissa intentó darle un puñetazo, pero sus débiles intentos parecían más bien suaves golpecitos contra su sólido cuerpo.
Afuera, el panorama la dejó atónita.
A lo largo de la estrecha y destartalada Calle Antigua, más de una docena de lujosos Rolls Royce negros se alineaban de forma impresionante. Había más de cien guardaespaldas de rostro severos, vestidos de negro, rodeando su modesta tienda, convirtiéndola en una fortificación. Los transeúntes ya habían huido a los comercios cercanos, empujados por el temor. Parecía una escena sacada directamente de una película de la mafia, con el jefe haciendo una dramática aparición pública.
A pesar de la amplia experiencia de Marissa, no pudo identificar qué poderoso personaje de Blebert la tenía en el punto de mira. Un espectáculo tan audaz a plena luz del día era tan atrevido como demencial.
El hombre la metió bruscamente en un auto y luego se subió a su lado. En cuanto se cerró la puerta, su intensa y escalofriante presencia sofocó el aire, dificultándole la respiración.
Intentando mantener la compostura, la joven agarró discretamente su celular para enviar una señal de auxilio, pero antes de que sus dedos pudieran tocar el aparato, el hombre se lo arrebató. Ella miró su rostro duro y tenso.
"Señor, ¿podría decirme al menos su nombre y por qué me secuestra...? ¡Uf!". Su súplica se cortó de repente cuando la mano de él le rodeó la garganta con fuerza. La clara amenaza silenció cualquier otra resistencia por parte de ella.
"¡No me interesan tus tonterías! ¡Di una palabra más y te mataré aquí mismo!".
Para salvarse, Marissa calló enseguida. Sin fuerzas para defenderse, solo pudo sentarse y preguntarse qué vendría a continuación. Sin embargo, lo que ocurrió la dejó atónita.
El hombre la llevó al Registro Civil. Antes de que se diera cuenta, su nombre aparecía junto al de él en el certificado de matrimonio. Metida de nuevo en el auto, Marissa se quedó estupefacta. Miró el certificado de matrimonio que tenía en la mano, y por fin descubrió su nombre: Connor Daniels.
En Blebert, solo un Connor Daniels encajaba en el perfil de poseer tan inmensa riqueza e influencia: el actual jefe de la familia principal, también conocido como el hombre más rico de Blebert.
La situación era a la vez horrorosa y desconcertante.
Nunca se había encontrado con una persona tan extremadamente prestigiosa y temible.
Aunque lo hubiera ofendido sin querer, un intento de asesinato o una venganza contra ella tendrían sentido, pero ¿un matrimonio forzado?
"Eh..., señor Daniels...", empezó Marissa.
"¡Cállate!", interrumpió Connor, impidiéndole hacer cualquier pregunta. Entonces, le agarró la mano izquierda y deslizó un anillo de diamantes de incalculable valor en su dedo. "Haz feliz a mi abuela como antes. ¡No vuelvas a provocarme!", le ordenó.
Marissa se quedó sin habla. Ni siquiera había conocido a su abuela, así que ¿cómo se suponía que iba a hacerla feliz?
"Señor Daniels, sin duda hubo un malentendido...", dijo al principio, pero se encontró de nuevo agarrada fuertemente por la garganta.
Su porte era tenso y sombrío. Cada palabra que decía parecía resonar desde un lugar de profunda oscuridad.
"Hiciste todo lo posible para engañar a mi abuela y obligarme a este matrimonio. Sin embargo, después de que yo aceptara y se hubieran enviado las invitaciones de nuestra boda, ¿desapareciste el día en que íbamos a legalizar nuestro matrimonio?".
"No me importa por qué me cazaste y luego huiste, ni me importan la vergüenza y las complicaciones que eso causó. Pero mi abuela fue llevada de urgencia al hospital por este motivo, ¡y tenemos que resolverlo! Con su salud en estado crítico, volverás y actuarás como la nieta política obediente. Si intentas algún truco, ¡me aseguraré de que toda la familia Nash lo pague caro!".
Marissa empezó a reconstruir las cosas. ¡Había secuestrado a la persona equivocada! Se parecía mucho a su verdadera prometida fugitiva, lo que lo llevó a cometer este error.
Había planeado regresar a su ciudad natal, Adagend, al día siguiente para casarse con su prometido, Derek Tucker. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora?
Después de que Ellie recuperara su verdadera identidad, se encontró en un inesperado matrimonio con el Sr. Thorpe, un hombre lisiado que era despreciado por todos. Su exnovio infiel aguardaba su arrepentimiento, mientras los demás la miraban con sorna. Sin embargo, para Ellie, su aclamado bar no era más que un proyecto secundario. Su vasta colección de joyas parecía trivial. Los mejores diseñadores estaban a su disposición. Poseía autos de lujo, grandes mansiones e incluso islas privadas. Tenía el poder de ganar prestigiosos premios y vengarse de su infiel ex y de la amante descarada de este. No obstante, para los extraños, su vida parecía aburrida, ensombrecida por la discapacidad de su marido. Un día, el Sr. Thorpe se levantó de su silla de ruedas, incapaz de mantener la fachada por más tiempo. "Ya no puedo seguir fingiendo. Mi mujer es demasiado extraordinaria", declaró. Ellie, con las manos en la cintura y los dientes apretados, se enfrentó a él: "¿Y el divorcio que prometiste?". Tocándole suavemente el vientre ligeramente abultado, el Sr. Thorpe respondió en voz baja: "¡En tus sueños!".
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Lucia Meller es mi vida, me enseño amar, me enseñó a adorarla, me mostró el mundo de forma diferente, le di todo lo que la vida me ofrecía, y se ha ido; se llevó mi vida, mi amor, dejándome el corazón y el alma hecha pedazos. Ahora me duele respirar, me duele amar, me duele la vida. La quiero, jamás podré volver amar a alguien como la ame a ella; la quiero de vuelta, la quiero conmigo, a mi lado donde pertenece; pero por más que la busco no la encuentro, es como si la vida me la hubiera arrebatado y eso me duele, ella me enseñó que se puede matar a un hombre, aunque se conserve la vida, sin embargo, me canse, no puedo llorar por alguien que no me quiere amar y aunque duele, hoy después de casi dos años le digo adiós a mi sirena; después de todo soy Gabriel Ziegermman. Un año desde que me aparte de Gabriel y mi vida dio un giro de ciento ochenta grados, amar a ese hombre es lo mejor que me ha pasado en la vida, a él le debo el hecho que hoy esté viva y tener a mi lado a mi mayor tesoro, él me enseñó que lo que se desea con el alma se obtiene, pero también me enseñó que amar duele, que su amor duele, a él le debo el dolor más grande, porque dejo de amarme, no fui suficiente para él, me enseñó que su madre, su exnovia y su destino no están conmigo, y aun así lo quiero de vuelta, sé que sus prioridades cambiaron; yo solo pedía una verdad sin embargo él prefirió engañarme y dejarme.Lo quiero olvidar y lo quiero conmigo, aunque no se lo merezca, pero como hago si amar ese hombre es mi arte. Ahora estoy de vuelta y lo único que quiero es tenerlo a kilómetros de distancia, porque me enseñó que yo también tengo derecho a cambiar mis prioridades. Novela registrada N ISBN 978-958-49-7259-0 Está prohibida su adaptación o distribución sin autorización de su autor. Todos los derechos reservados all rights reserved
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La rivalidad que existe entre tú y Miguel viene de la secundaria, peleando siempre por demostrar quién es el mejor en todo, siempre fueron vecinos y ahora serán concuñados, el destino se empeña en unirlos ¿Cómo no lo ves?, tienen personalidades parecidas, son exitosos en sus campos, sus padres se llevan bien... ¡Melissa, ya deja de decir estupideces!, ese imbécil no me interesa ni lo me interesará nunca, además que no sabes que tiene novia, jamás haría pasar a otra mujer por lo mismo que yo pasé, sé lo que duele que te engañen y aún si fuera soltero él no es mi tipo y siempre seremos rivales y nunca nos caeremos bien, así seamos familia. ¿Por qué lo odias tanto? ¡No lo odio! Él a mi sí, pero no es de mi agrado nunca lo ha sido y nunca lo será ¿Por qué no lo entiendes?, eres un psicóloga exitosa...Deberías entender que hay personas que simplemente no se la llevan... Melissa: Solo te digo una cosa, en ocasiones...DE LA RIVALIDAD TAMBIEN NACE EL AMOR.