ítu
Vega
uanajua
ento de relajación, sin que nadie nos molestara, necesitaba
lé una tienda de autoservicio, de las que funcionan las
e perfecto. –
odas las mujeres, fueran familia, clientas, colegas o amigas, siempre he sido
se pierde mucho tiempo ¿Sabes? Es el siglo XXI, ya no es el pasado
un trago con urgencia, me es
cas, tomamos varias bebidas dulces de sabor y nos soltamos para que ella llevara unas y yo, otras. Tomamos unas botanas y llegamos a la c
a del auto, no encontraba el destapador entre mis cosas que traía siempre en la
tapador que traía en su bolsa – Yo siemp
ara traer un destapador estaba bastante familiariza
en el auto, no puede perderse así nada más de la nada – Dije exasperado – Lo sien
otra. Ella se quedó un momento pensativa, a lo que le había dicho y después se volvió para mirarme, le dio un trago a s
e favorita y era como si se hubiera hecho específicamente, para aquel momento, en el que se sentía eso entre Amaia y yo, e
latigazo – Tú sabes que no es un secreto, que me gustas, que siempre me has g
la lo sabía, pero la verdad era que no podía hacerlo, aunque era difícil contenerme, pero eso aumentaba el pelig
bien. Estoy casado y lo sabes y tú eres la hija de Mauricio, de mi socio. No podemos, tener ningún tipo de relación que no sea, l
enzaba no iba a querer terminar, porque me sentía como un adolescente excit
o que yo puedo hacerte sentir mejor. No te estoy pidiendo que te cases conmigo, no te estoy pidiendo que me ha
la vez nada, y yo no quería errarle y la atracción que ejercía en mí, hací
r favor, que entonces si no es lo que estoy pen
, no sabía ni como respirar. Tragué saliva y tenía la garganta reseca a pesar del trago que le había dado a
– Sólo, eso. No te pido nada más, sólo eso. Déjame hacer de tus días difíciles y c
ada y solo pude hacer una cosa, me acerqué lentamente a ella, quería probarla, saborearla y la besé muy pero muy, lentamente al compás de la músic
ubrir todos sus secretos, por supuesto que presentía que era encantadora, refrescante y apasionada, pero no sabía a qué nivel. Seguí besán
to de excitación que supe, cuando ella comenzó a mover sus piernas, que con ese beso la había llevado al cielo. Y a mí