n del jefe, y les compartí lo sucedido. Su sorpresa fue evidente cuando mencioné el tema de mi v
iempo en charlas poco productivas. Con el nuevo jefe, debemos segui
beber a un bar, pero tuve que rechazar la oferta, ya que debía quedarme con el señor Walton pa
alquiler de mi modesto apartamento. Agradezco vivir sola; aunque mi abuela reside con mi a
me resulta triste recordar. Por eso, prefiero enfocarme en el
te, lo que indicaba que tenía una carga considerable. Sabía que también debía esforzarme al máximo; soy la que más se esfuerza entre tod
enfrente para no sentir su mirada. La incomodidad de ser obser
la, la fatiga me invadió. Estaba exhausta después de un día agotador, y si me quedaba
e ayudará a mantenerme despierta. ¿Desea
la cafetería -resp
reo que nada se compara con el de aquí. Bueno, en un momento regreso
rprendió, pero salí para cumplir con su orden, p
n. La cafetería suele cerrar tarde, ya que muchos del personal van allí y se quedan charlando. I
ado sucedió debido a mi torpeza. Derramé mi café frío sobre él; mis manos estaban resbalosas por el sudor, au
fé derramado. Él no dijo nada, simplemente observaba lo que hacía. Me puse roja al notar que estaba limpiando sus
a mirada hacia abajo. No podía mirarlo debido a la vergüenza que sentía en ese momento. Él seguía e
bajo -me habló frío. Al parecer, no puede ser amable aunque lo intente, pero tampoco reaccionó de manera negativa. Pensé que lo haría,
como si nada. Otra persona no estaría tan tranquila después de echarle café
es. Eran muchos, pero ya estoy acostumbrada a llevar e
sentía bien después de haber derramado el café sobre él. En mi
miré. Sus ojos azules me penetraron hasta el alma. Tragué en seco y aparté la mirada; no podía soportarlo
mente. En verdad, soy un desastre cuando estoy cerca de algui
lo? -inquirió alzando una ceja,
el escritorio y me puse de pie. Caminé hacia él y me paré
ervios; no sabía que estaría en una situación como esta. Froté suavemente sobre su camisa, haciendo pequeños movimientos suaves pero algo fuertes. A él parecí
e pie y, sin darme cuenta, estaba inclinada, pasando la mano cerca de su pecho. Se sentía duro y bien ejercitado. Cuando me di cuenta, él tenía mi mano agarrada como para que no pasara a otro
disculpas -le dije. Él solo alzó una ceja y me miraba fijamente. Como siempre, algo me molesta de
ser torpe? De esas dos cosas, solo una acertaba, y era la de ser torpe. Sin
masajes, como usted me lo acaba de pedi
odio esa parte de él. Ya sabía que no hay nada perfe
r jefe. Usted es el primero que me pide eso. Y sobre lo distraíd
dijo de manera calmada. Yo asentí y volví a mi asiento. Tengo que tratar de cometer menos e
a era tarde. Tenía mucho sueño y no iba a poder manten
cé. Por fin, puedo volver a mi apartamento y dormir un poco. Mi cuerpo está demasiado cansado. Con el
ton ya se había puesto su saco. Vi su pantalón, y todavía me sentía apenada por derramar el café sobre él. No le di más importancia y me disponía a despedi
uelta y le sonreí, fue la primera vez que lo hice, p
einta minutos de camino -para mí no era nada. La costumbre me hace verlo como a
Puede ser peligroso, más a estas horas -me dijo. Obviamente, no iba a ace
stia. Ahora, si me disculpa, me retiro. Se me puede hacer más tarde -dicho eso, le di la espalda, salí de la oficina, cer
iscos donde suelo comprar mi comida favorita, aunque muchas veces la cierran
e y lo empacaron en una pequeña bolsa. Pagué y salí de la tienda, guardé un poco de dinero de mi
oraban el cielo, siempre corro con mala suerte. Unas nubes grises se estaban juntando, y pequeñas gotas de agua empezaron a caer rozando mi piel,
ente empapada; ni siquiera se me ocurrió llevar un paraguas. Habían anunciado por las noticias so
oda mojada. No se sentía tan mal, pero lo terrible era el frío. Mi comida estaba a salvo,
s truenos, y el cielo se iluminaba con los
separaban unos pasos. Yo no le di importancia y seguí caminando. No estaba apu
se detuvieron, y miré el auto. No podía ver quién estaba adentro, ya
a figura masculina muy alta, por cierto, se puso frente a mí con un paraguas. Lo miré con dificultad, ya q