el mostrador. Allí, una joven vestida con un delantal azul cielo estaba concentrada preparando unas bebidas. Era menuda. A mi juicio, apenas llegaba al metro s
señora?", se acercó esta
soñación. Por fortuna, quizás, yo también era una mujer, de
í, con un tono cortés y una sonri
vió otra taza. Luego se det
le dé energía, pero en exceso no es aconsejable.
tineo de las campanas. Entonces le eché un vistazo al ca
a voy a pagar
uido su consejo, me dij
eñora. ¿Va a pagar en efe
ncio, salí del estableci
ñor
al salir, asintiendo con respeto m
ndiqué en voz baja, c
otra vez a la joven camarera, con el semblante impregnado del rubor de la juventud. Así que ella era la mujer que, dent
escondidas en su lugar de trabajo. Lo que más me intrigaba era descifrar qué po
mbre y unas fotografías. Mathias la protegió como si fuera una joya de valor incalc
ban perfectamente con ella. Su único defecto era la falta de un pasado f
irrumpió en mi
niversario de bodas
o, en nuestro aniversario de boda, me pasaba todo el día ocupada preparando una cena a la luz de las velas y los regalo
con un nudo de inquietud formándose en mi in
izo preguntarme: ¿por qué siempre era yo la que daba? ¿Por qué tenía que ser yo la enamorada? Estas preguntas me ato
as. Inesperadamente, el vehículo de Mathias estaba estacionado ahí, eso quería decir que él estaba en casa. Mi corazón era una maraña de emociones
me hizo daño a mí, sino que también lastimó a mis inocentes padres, dejando a mi familia destroza
ra mantener una vida lujosa de por vida. Pero yo me negué. Durante nueve años, busqué su amor en vano, solo para que otra mujer me
lugar de quedarme en la amargura, preferí r
quedas en l
go echó la ceniza en el cenicero y me miró con su habitual indiferencia. El día de nuestra boda, él puso
para poner las zapatillas grises de Hermes, las cuales eran b
marcado contraste con mi atuendo, el cual era costoso pero monótono. Repentinamente aborrecí las zapatillas, po
andar de
me nada", dije, sent
aro. ¿Qué planeas?",
al pasado, mientras tu futuro espera e
con mi cuerpo. En cambio, Olivia Singh era esbelta, pero mostraba cie
ud, provocándome diversos problemas físicos. Perdí el interés po
thi
misa negra y unos pantalones muy elegantes. Su figura alta y bien proporcionada, combinada con un rostro apuesto
pies para mirar al hombre que estaba sentado a
el div
taron en el aire, solo para ser destrozadas por la burla de Ma
r, ¿qué preten