rinc
mite de mi propia razón y podría jurar por
sentir como lo hacía él y sin
i vida en riesgo para que mi padre decidiera entregarme
detrás de mi, justo segundos después de haberle dado un plantó
ás siendo así
casa él se acercaría. El impacto de sentirlo cerca era una promesa de placer, un desorden alimenticio de su voluntad, de su poderío. Era como empacharse de él y yo quería
ne sentido lo que haces. No estamos en la época de la inquisic
estaba a su lado. Lejos de cohibirme me volvía una
ostó en la puerta y cruzó sus
go, me vieras desnuda y te excitaras en la m
vergüenza en su rostro cua
a experiencia y semejante virilidad no me hacía s
derás lo
amelo -
a mis oficinas –cambió la expresión y los
o a ningún lado sino quiero y no quiero. Ya me puedes seguir humillando cuando
que te vistas y te prepares, vas donde yo diga
con alguna, ¿ta
camiseta y pegarlo a mi, exigirle la lengua con mi boca, montarme en sus caderas y sonríe el sexo duro d
sente la próxima vez
-apunté metiendo las manos b
o vuelva si no estás lista pasa
sa férrea fuerza de voluntad con la que disimulas l
urló dándose la vuelta
omento para hacerlo caer y si tenía que ser libre del lastre de mi virginidad, quería que fuera con él, no podría d
me recibiera. Siempre creí que esa clase de hombre no se fijaría en una joven como yo pero lo había hecho,
algo para que se cumpla, a veces tod
i caer escaleras abajo al verlo en la puerta de su salón, vestido ideal...como era él. Su jeans oscuro, una camisa polo negra y una americana gris encima de su elegancia natu
e cuando acabes de jugar a la familia feliz volve
mis párpados, sino oírle decir a él que se lo prometía. Que no había ninguna otra que deseara más que a ella y que la princesa era solo un
y entre esas hacer que él me quisiera. Estaba claro que mas que un