alidad gustaba muy poco de las personas en general, y eso podí
iente de las carencias de su hogar, empezando por la calidez, no porque su
ilia que se desmoronaba día con día. Aunque su madre significaba el mundo para él, no siempre podía contar
sabilidades de un hogar, cosa que no era sencilla en ningún aspecto, pero no temía llevarlo a cabo si de
asta a la carbonara con un batido de fresa sin azúcar. La mujer se veía refinada, pero también muy cansada de la soledad,
ndo a las personas a las cuales les hacía delivery, podía deducir cómo eran sus vidas,
pálida como vampiro, y esa ya era una clara señal de que no salía de su hogar si
o en entregarle el dinero en efectivo, como si no quisiera
no sabría cómo arreglarla en caso de que fuera así...─ quiso saber ella, con el verdadero miedo
tes que no tenga que ver con el pedido─ dijo él, pero al ver en los ojos de la contraria algo más
uy especial, dejó pasar al chico primero hacia la puerta de su casa,
raba en ella. Aunque no era como si jamás hubiera visto algo parecido, sí se quedó sorprendido de algunos detalles de la moderni
aquello, ya que la mujer lo guió hasta allí, pero no dejaba de temblar, eso lo notó desde que e
un ruido extraño y constante que provenía de lo que parecía ser la sala, cosa que le pareció aún más extraña, pero siguió con su tra
que se estaba metiendo, ya que esta negó con la cabeza, casi
sonrió a la mujer, diciendo que ya estaba arreglado todo,
le, pero lo que respondió fue un rotundo no, ya que se había extralimitado
alabra, casi asustado, sin saber muy bien el motivo, pero hab
a niña de papi y mami popular decidió hablarle justo a él, como si necesitara en realidad un gran favor, y él no estaba di
o, sino a sus actitudes, ya que la mayoría solo
iéndole un trabajo por el cual otra persona cobraría al hacerlo, per
cho a la de cabellos largos y castaños