la mansión donde pasaba la mayoría del tiempo sola, decidió inv
icaba a limarse las uñas con calma, observando de vez en cuando a su amiga que parecía más inte
y enseguida Layla levantó la mirada -nuevamente por e
Cuál es el problema? Es solo un matrimonio por contrato;
que me corresponde en esta mansión -Atenea bostezó, luego miró a su amiga -¿C
a ese tipo amargado; que se quede con su amante y que su fábrica se desmo
ecerrados, reconociendo esa risa maliciosa como señal de que estaba tramando algo, aun
disfrutaban de su espacio. Dos presencias no deseadas hicieron su entrada: Valentino, recién llegado de
enea de repente, ignorando a los recién llegad
sobre
modales -cortó Valentino, interrumpiendo la c
ó Atenea sin apartar la mirada de sus uñas -. Hagan lo
a -replicó su prometido con frialdad -
rece que la señorita Lirio tiene recursos bastante limitados como para permitirse el lujo de probar los exqui
-murmuró Lirio en tono bajo, apretando ligerament
simuladamente sonreía. Layla intercambió miradas con Atenea, quien mantuvo una expresión imperturbable -.
esa; esas cosas solo las veía en las telenovelas -rió maliciosamente, mientras su amiga sentía ganas de soltar todas las maldiciones at
almada, aunque él se veía notablemente disgustado -. ¿Por qué no va
rostro entre sus manos y le dio un beso en los labios delan
desaparecer de su vista. Una vez que ambos se habían ido, Layla dejó su teléfono y se pu
caba de hacer delante de nosotras: traer a su amante aquí, decir que se quedará a cenar, besarla frente a su prometida
ando -¿No me conoces, Layla? ¿Crees que algo así me hace si
cabello con frustración -estando yo en tu lugar, hasta un vene
complicada que pierde su valiosa energ
on interés -¿Por qué
é vien
oportando a ese idiota, y yo he estado ocupada con algunas cosas del trabajo. Nos merecemos relajarnos -le propuso,
con complicidad -. Vamos, n
o de dos piezas bastante revelador, al igual que su amiga Layla, quien eligió uno de color amarillo. Atenea, por su parte, se decantó por un bikini de color rojo, moderno y sencillo. Ambos
naron algunas bebidas refrescantes que fueron colocadas en mesitas junto a cada tumbona. A
lar en mi cuerpo -le solicitó amablemente
na, con la cabeza ligeramente inclinada para recibir el sol, mientras Scott subía las mangas d
tes de sol puestos, disfrutando de un jugo de frutas. Por otro lado, Atenea era conscient
e indicó ella, notando a Valentino de pie cerca de la ventana de su ha
, así como sus piernas y muslos. Realizaba movimientos circulares, relajando cada músculo mientras Atenea se dejaba llevar y mantenía sus ojos fijos en la
e percató de sus intenciones-. ¿Quieres darle celos
ene de rabia, que vea a otro hombre tocar el cuerpo de su futura esposa, y no por celos, sino por orgullo. Mi intenci
ó su amiga sin darle
*
o de los sofás, ocultando su ira y molestia tras haber recibido comentarios desagradables por parte de Atenea. A pesar de querer ex
-. Esa mujer es muy grosera; solo dice todo eso par
ue quiero eres tú -respondió él, acariciando su mejilla
por mi presencia esta noche
na de su habitación para observar el jardín-. Hablé con él y le dije que estarí
por detrás-. Solo deseo que todo esto termine para esta
l, perdido en sus pensamiento
o bloqueador solar para broncearse. Sin embargo, sus ojos se centraron especialmente en una pequeña figura de piel clara, con cabello oscuro y un cuerpo perfectamente
la atención de uno de los hombres presentes para aplicarle bloqueador solar en su cuer
tar su comportamiento soberbio, especialmente al
us piernas, palpando cada centímetro de su piel como si no estuviera tocando el cuerpo de su futura esposa. Lo que más le molestaba era la
-le preguntó Lirio al no
o -replicó él, apartando el vaso de licor a un l
a molesto. No podía entenderlo hasta que miró por la ventana y vio a Atenea, a
a seguir a Valentino, consciente de que seguramente armaría un esc