iempos inmemoriales que antecedieron al arte de construir elevados templos para tributar a sus dioses, como esos imperios maya
n seres supremos, y aunque les eran desconocidos y no les encontraban una lógica explicación de su exis
or corto tiempo, donde la caza, la pesca y la recolección fuesen abundantes. Épocas en que las tribus eran tan raras de ver que apenas existían unas cuantas en los inconmensurables territorios de Sudamér
os aborígenes para llevarse a una joven desprevenida a la que nunca volvían a ver. Las historias contadas en cada territorio eran diferentes, en unos aseguraban que lo de las jóvenes solo era invención, pues el temido ser se llevaba recién nacidos que devoraba mientras se alejaba, aunque no faltaba quien narrase otras tan atroces como esas... Aunque la
nca, cazador alguno logró acercársele y salir con vida, pues atestiguaban que era el engendro nacido de un dios bestia y un ser marino, por lo que era amo y señor de la tierra y las aguas oscuras, cuenta una leyenda que creció sumergido e
ían con "El Yacuruna", pero mucho tiempo después decidieron que nada tenían que ver. Todos y sin excepción de los que se lo toparon, queda
, así consiguieron levantar impresionantes ciudades y tanto tiempo después, aún se escuchaba de la errante criatur
ra exterminarlo, los que lograban regresar de la prolongada cacería, aseguraban no haber dado con él... Tras la llegada de los conquistadores, no faltó quien evocara su nombre para que los protegiera de aquella
oclamaban la supuesta voz de aquellas deidades para dominar a las masas... Épocas tras épocas, sus nombres serían reemplazados y con ellos sus fabulos
cas a comienzo
ro sí se detiene jadeante frente los dos ocupantes que apenas le prestan atención. Sobre una hamaca que se mese suavemente -el que parece ser el jefe- con un abanico confeccionado de fibras vegetales aún reverdecidas, intenta alejar el calor y los molestos inse
pués de contemplarlos brevemente a ambos y percatarse de que su presencia es ins
haber visto a una criatura desconocida y espantosa merodeando dentr
trago en silencio y se voltea, pero quien contesta deten
visto la sombra de un tapir o jaguar atraído por el
la garganta, vuelva a pasarse por la
aba erguido como nosotros y que no era una onca de esas que solo se ven por allá por el pantanal.
apataz rezonga malhumor
os poblados cercanos, y lo hizo buscando que roba
a el abanico sobre la hamaca y dando un gol
mismo, sus pagas serán tan ridículas que ni cerveza podrán comprar!... ¡O los despediré a tod
nte trabajo continúa enviando ruidos que recorren la selva donde colosales camiones van y vienen con una carga
piados para nuevas cargas, para el anochecer el cansancio se había apoderado de los laboriosos del campamento, pero como hombres rudos al fin, lejos de descansar
la mañana siguiente los trabajadores vuelvan a contar alguna absurda historia como la de la anterior y
e una sombra moverse dentro de la cabaña a la que suelen dejarle los postigos abiertos, al principio piensa que es el jefe caminando y no se asusta, pero al ladear la cabeza la luz del farol le permite verlo durmiendo a pierna suelta. Lentament
sos cortos y agacharse, después percibe como se inclina sobre Caetano olfateándolo y de repente abrir una boca cuajada de afilados colmillos, tras otro exasperante, pero corto tiempo, el intruso da unos pasos en dirección a la salida... La mano afer
erte -le zarandea con fuerza
cede Cabral? -le inte
s el mismísimo demonio... Esa criatura m
¿Qué viste?- vuelve a preguntarle vie
o nosotros, pero su piel parecía la de un lagarto y se veía resbaladiza y mojada, sus ojos me helaron la sangre.