ítu

ser sincero, nunca había tenido tanto desapego con ella, desde aquella... ocasión. Ya hab

, como un fuego ardiente y doloroso. Cerró los ojos, y sus bellos ojos verdes lo persiguieron con una so

y los gritos de su a

l exterior y guardó las manos en los bolsillos observando el bosque. Emitió un silbido,

squen el rastro y en cuanto la

a voz entre la multitud. El hombre, lo

mente al sujeto cuyos ojos, desapa

os quienes intentaban cortejar a Emilia. El rapto no le llamaba la aten

reocupación extrema, frente a un oficial, antes de robarle la planilla de pruebas de

o hallaron. Al parecer una camioneta color negra, la habí

os. Les daba asco y repulsión. Había llegado al grado, de odiarles por sobre

s, se encontraba frente a un edificio abandonado. Las paredes cubiertas de hongo negro, le daba un a

orme portón de metal. Estiró su mano, antes de dar un golpeteo con sus blancos nudillo

un guardia de seguridad, lo apu

nada aquí –anunció aburrido,

er, lanzó una fuerte patada. El hombre, cayó de espalda y él junto a sus hombres

cidad irreal antes de tomarlo del cuello y lanzarlo lejos. Comenzaron a luchar rápidamente con todos los hombres, él

e. Tomó de la mano a una asquerosa humana, pero la perdió de vista p

cuerpo, hizo una mueca. Su hermana lo detenía

asquerosa –comentó y e

ucharme...

de dolor, en cuanto Emilia se giró, cubrió su rostro. La mano de Kiara,

Mientras avanzaba hacia la salida, y vio a su hermana mirándolo

a único... solamente, una persona en toda su e

o con mucha aprensión en su pecho. Se giró corriendo, intentando localizarla -¡Elizabeth! –exclamó

débil, pero lo suficiente para detenerlo. Confundido, observó a aquella

una fuerza descomunal. La tomó entre sus brazos, y su asquerosa man