podía apreciar algunos murmullos lejanos, y sintió que su mano le
–comentó una voz conocida, al abrir c
–exclamó y la envolvi
una tierna sonrisa y
ostenía sus muñecas -¿Por qué tengo estas... correas? ¿Emilia? –
–comentó con la voz tembloro
asos aproximándose. A continuación, su tranquilidad se disipó. El mi
bre sus hombros, era fuerte. A pesar que sentía mucho miedo, extrañamente, se sint
ntes. Mantuvo la mirada fija en aquel extraño hombre, y sus ojos se fijaron en su boc
–exclamó y levantó la mano para golpearla, se detuvo. Kiara empezó a sollozar, de la misma manera que lo hacía Elizab
ba y subía sin comprender las si
a cabeza de un lado al otro -¿Eres una bruja? –preguntó y ella n
erponiéndose. Se abrazó a Kiara, la misma comenzó
lló con una voz grave que erizó la piel
Kiara. Sus ojos verdes encontraron los azules os
ira. Emilia, asintió pero amenazó con estar
adres seguramente preocupados y...
te pre
que su pecho se sentía tembloroso. En cuanto a la pregunta dada, A
escalofriante apareció en su rostro. Se sentó sobre l
sabía que hacer o decir. Por consecuencia, era una humana. Él parecía odiar a la
la. Habían conectado de una manera extraña, era
os ojos, sintiendo una lág
cidió hacer un corteo limpio, por respeto a su propia hermana, no le haría sufrir. La daga, fue clavada sobre e
. El hombre, sonrió sintiéndose satisfecho de terminar con la vida humana. Odiaba a esos ser
e Elizabeth, cuando sin piedad la mataron estando embarazado de siete meses. Había sufrido tres
su alma y corazón. Por eso haber sentido la voz de su antigua amada, le h
jugado una mala pasada. Había sido engañado, por su propio deseo de volver a
la muerte. Por eso, ha
color rojizo, sonrió. Hasta que tuvo que quitar el cabell
zquierda, había un l
e Elizabet
n portazo, le produjo un susto. Sin emba
comenzaba a ver borroso. La voz de su amiga se sentía lejana,
e sintió una enorme fuerza que