ser decidida, a
e quiere, ella l
e vida, dipuesta a quedarse en esa empresa. El puesto era simple, calendarizar órdenes de los clientes, program
e la capacidad de trabajo la superaba, pero la presión no era comparable con los que producían, los operarios, eran mujeres de treinta a cincuenta años, a
ie, su cabeza siempre en alto, su aura emanaba poder y frialdad. Solía salir dos veces al día, les gritaba a los supervisores de cada línea, subjefes y encarga
la, pero un total idiot
e lo notaba, todas
ía de las personas, una de esas era que nadie debía gritarle, no importaba la situación
a sumarle a sus desgracias olvidó imprimir los report
iere verte e
que olvidaba algo, a paso firme se dirigió a la ofici
e sostenían unos papales con suma atención. El hombre era un manjar completo, no pudo evitar imaginar estar entre sus brazos, envuelta en sus manos fuertes y grandes, sacudió su cabeza, pero nunca había vi
nudarte en un instante. La comisura de sus la
ortes de esta semana?, no me gusta la gente incompetente.
su respuesta correcta. ¿Incompetente?, no estaba de
ecido de no ser porque la impresora no funciona. No
a en en una organización, lo más mínimo, n
o y necesitaba el trabajo, el dinero, así que asintió. Salió de la oficina, p
ractiva, un poco pequeña, su cuerpo se veía robusto, con una silueta llamativa, su rostro ovalado no tenía ni una pizca de maquillaje, sus ojos negros, grandes y redondos, labios carnudos, y un cabello que, a kilómet
aba loco por esa mujer. La conoció hace dos años atrás, mientras viajaba a Nueva York para conocer a un nuevo cliente potencial, la NFL. En una cena
esa mujer, pero eso no apartaba su naturaleza, era un hombre, si conocía a una mujer que llamaba su atenció
eña le cau
e? - preguntó
, Walter. Cru
soras necesitaban, hilos, agujas y transfer. Ambos habían empatizado y compartían la hora del almuerzo, María miró con nervío
estaba im
te! - comen
oltó el aire. - Le dejaré esto al
lter riendo por decirle: gua
la para entrar, en la misma posición ahí es
nza, acá están los reportes de las líneas de producción de la
ero suficiente para sentir una corriente eléctrica en su
stro era hermoso, demasiado para su gusto
linda, pero se miraba sincera, además podía notar que se ponía n
distancia que María, quien frente a su 1.80 era pequeña, quizás medía 1.50. Giró un poco pa
u respiración se cortó, se sen
bía visto una sonrisa tan hermosa. - La acompaño a la salida, Marí
no. Su jefe se alejó y la invitó a salir de su oficina, se sintió tonta, le dio una últim
su cara caliente, su jefe era