oder estar cerca de Guillermo. La cena se sirvió en el elegante comedor de la mansión, un amplio salón con paredes de un suave
cable y candelabros de plata. Los platos de porcelana fina estab
urante la cena, la conversación fue ligera, aunque la tensión entre Valeria y Natalia era palpable. Valeria
dirigió a Guillermo con una son
tengo que decirte algo importante -dijo, lan
la mesa, tratando de
abitación para que puedan hablar a gusto.
n una mezcla de curiosidad y desconfianza, la conocí
ar, Natalia? -pregunt
, con una expresión qu
ra. Yo estoy aquí ahora, y puedo ocuparme de ella sin
ceño, claramente mole
ha sido una figura maternal para mi hija, desde que Isabel... -se mordió los labios, le costaba mucho hablar de su difunta
s, mirándolo con una mezc
cierto? -pregu
é te r
que obvio que te atrae la niñera. ¿Acaso es p
ceño fruncido, sintiéndos
lia levantó las cejas, hacie
cabas de conocer! Hasta donde tengo entendido, ella solo tiene unos me
absurdo que no quiera seguir ahogado de dolor con el recu
os, tratando de conten
mi sobrina y también tengo derecho a velar por su bien
iento mucho más tranquilo con su presencia en casa. Y por eso la inv
o, ¿ya le contaste a Valeri
ada fulminante que hizo estremecer a Natalia. No vio con
el? ¿No te parece que ya me siento lo suficientemente
a, lo más lógico es que la mujer con la que estés sepa la
rvando cómo Guillermo se alejaba,
to muy abatido. Se detuvo frente a la puerta de la habitación de Valeria. Tuvo la intención de tocar, pero al recordar la conversació
iendo su presencia del otro lado. Al ver
o, pero Guillermo la detuvo, dejando a Vale
¿Por qué te comportas tan
beza, visiblemente angustiado. La vi
Es solo que... no me siento bien
Valeria, preocupada por su
pasa. Anoche estuvimos juntos por primera vez y estabas feliz de tenerme a tu lado, y a
profundo dolor y desesperación por no pod
stro. Debería haber pensado más en Laurit
intiendo un escalofr
r su rostro. No podía creer que, después de entreg
mentira? ¡Dios mío! ¿Cómo
la amaba, pero que un oscuro secreto lo obligaba a alejarse de ella. Valeria se secó las lágrimas, herida, pero no podía renunciar a su
res que me vaya de l
trario, quiero que te quedes cuidando de Laurita. Ella no soportaría que
que más le importaba, por encima de sus senti
a cuidar de Laurita. Y por lo nuestro, pierda cuidado, sé perfectamente cual es mi lugar en esta
paz después de la muerte de su esposa Isabel, el pasado se empeñaba en re
.