s, pero eso no fue impedimento para que un buen número de neoyorquinos salieran de sus casas e invadiera los amplios sal
rigo como si fueran puñales de hielo que se le
iones árabes que también era periodista en el diario donde Eddy trabajaba, se acercaba
. ¿Cómo est
e los sujetos, al tiempo que se cruzaba de bra
y dio saltitos para soportar el frío guardan
mientras uno de sus compañeros pasaba la novedad por el co
par de pasos de distancia temblando por el frío. Esp
Le fastidiaba que los hombres tardaran tanto y los obligaran a
rasa de morsa -bromeó, sin r
les -rebatió Leroy, pero tuvieron que cerrar la b
llí. Sin embargo, uno de ellos se les acercó parándose firme a po
tó Leroy con
es devolvió sus identificaciones. Su ceño fruncido e
de esquivarlo y encaminarse hacia la pu
enemos que
o de pies a cabeza hasta asegurarse de
ecimiento. Desde allí podían escuchar el redoble de los timbales que resonaban con estridenc
sioso Eddy. El sonido de la músic
mpliendo con n
espectáculo quedaron paralizados, aunque a Edd
uctoras garotas llevando el rostro maquillado con exageración, hacía
sto es un circo
Sus ojos no podían dejar de apreciar los cuerpos
la zona VIP, donde con seguridad se encontraría el hombre qu
ntrada del área exclusiva de la discoteca. Leroy se adelantó, le tenía
na cheerleader de fútbol brasileño, con unos diminutos y ajustados pantalones deportivos
jos, excesivamente maquillados, podía apreciar
seductor y disi
erpo de sirena, y olía muy bien. Lo
uchara por encima de la música. El organismo de Eddy se agitó al tener a escaza distan
orque esta vino acompañada de un f
edias? -inquirió a
ritmo de la samba que hacían sonar desde el escena
el toqueteo de una desconocida rodeado de t
sonrió co
de sus brazos para arrastrarl
o de vez en cuando hacia el luga
acerle algún gesto con la mano indicándole que lo esperara unos minu
los baños. Esquivó a quienes lo transitaban hasta llegar
el cuello como si aquello fuera un reencuentro apa
detenerla. Se aferró a los cabellos de la mujer para intentar controlar aque
por ese pasillo lo observaban con extrañeza, pero no se detenían ni les hacía
os. Ella, con ansiedad, le abrió el abrigo y le apretó el estómago
e gusto cuando la rubia abrigó su pene erect
a -exigió, y forcejeó
con rudeza el pene antes de que él
ndo el dolor y la sustuvo par
ientes. Su rostro estaba encendid
or qué su cerebro había borrado el re
mos una copa primero?
ersonas que pasaban junto a ellos c
acerlo -amenazó, y aproximó su cara a la de él confundiéndolo aún más-. Ya te lo dije una vez, yo domin
bservó co
quí un mo
ujer lo retuvo por la solap
orro. No te dej
ayudó a recordar la noche en que había huido de ella saltando d
er piso y cerca estuvo estacionado un camión de techo alt
corazón. S
do que los demás desaceleraran sus pasos para saber lo
Tuvo que aplicar algo de fuerza para obligar
ate q
e que yo
Un hombre trató de auxiliar a Eddy, pero recibió un fuerte co
ezaron a gritar. Unos burlán
endo. Eddy ya se encontraba en el piso con la
sí que logró derribarlos a ambos y peleaba con ellos en el suelo. Grit
ia en el pecho. Aprovechó que la mujer se había olvidado de él para pel
da a la zona VIP repasando con
preguntó el moreno con rabia
-respondió en me
ro la cólera que sintió por
por alcanzarlo-. Deja de hacernos per
tá d
uncido el rostro pálido y algo nervi
una mano por
me estoy e
sopló co
n día de estos vas a recibir una dura lección -indicó y lo tomó por el hombro para entrar en la sala exclusiva-.
le invadía el pecho. El sexo y el alcohol habían sido su ruta de escape a la sol
los de su amigo, obligándose a olvidar el asun
una labor importante y arriesg