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tel InterContine
los contratos, y todo estará corr
ntrato millonario para que nos abastecieran, durante veinte cinco años, de sus mejores prototipos de biciclet
ima tenías que luchar interiormente con enemigos que, disfrazados de familiares atentos, te ponían la zancadilla para que tú te estrellaras, y ju
arios, el hotel InterContinental Boston IHG, en su mejor sala de reuniones del ático. Especialmente ordené que los accesos a la reunión estuvie
grupo, hace seis meses, porque mi padre se retiró para vivir lo que le quedan de vejez, viajando por el mundo con mi
enta del grupo, a cargo de mi tío Ronan, quien había sido hasta ahora el vicepresidente, fue en ese momen
ó, y muchos de los tratos comerciales, donde intervenían mis primos, ejecutivos del gr
de mi padre, siempre salía airosa de esas zancadillas que se me ponían, incluso llegaba a tener mucho éxito en los negocios que emprendía, las ventas y alquileres de casas y bungalows aume
, o estuviera preparada para evitar, o gestionar bien para cuando el próximo "accid
y yo, de pronto, saltó la alarma de incendios en el hotel, la puerta doble de cierre electrónico se abrió, para evitar que nos quedáramos en
ensores estarán bloqueados. "- le dije a Carlos para que se llevara todos, mientra
un guapo moreno de origen puertorriqueño de cuarenta y dos años, casado con la única amiga
comitiva de grupo HB, con su CEO a la cabeza, y mis preciosos empleados estarían a salvo, y s
icultaba la visión, y respirar, me arrojé al suelo. Cogí una botella de agua de la mesa, y tras arrancarme la manga de mi camisa, empapé la tela y me la puse en la cara tapando boca y nariz, para así poder respi
ración que haría un submarinista con escafandra, me hizo mirar a la puerta desde donde estaban tir
s parecido a un enorme y tenebrosos lord Darth Vader, cuyo sable laser era una linterna que iluminaba mi car
eándome, sentí miedo. Aquello iba en serio, estaba en mitad de un incendio, y delante del villano de mi saga favorita del cine, estaba ante el ser más peligrosos y sanguinario que
consistente detrás del trozo de tela h
rad
4, Torre O
desde el otro lado de la ciudad, en s
e dijo una voz a través del teléfon
?"- pregunto a su subordin
señor."- el hombre l
z de ese hombre no admitía
recer se quedó para recoger el contrato firmado y aún no ha
ientras su mente contemplaba lo que él no hab
desparece, todo será más f
eda."- le ordenó al hombre que est
- y tras oir
demasió inteligentes para su seguridad, desde el principio sólo había pretendió causar un pequeño incendio que rompiera el monto de la firma del acuerdo, pero si esto había provocado que por su ganas de triunfar esa estúp