ÓL
era, como mis protectores decían, a pesar de
una cosa, todo lo que cre
do de mí, me hacía sentir que estaba en deuda con ellos, aunque
aba dispuesta a entregarle mi vida a un ser que amaba y me amaba también, Isr
o helado, sintiendo el frío metal apretando mis muñecas, ese frío invernal
me, no podía escapar, nada podría mantenerme a salvo, ni quienes intentaron apartarme d
alidad. Reclamo por mí. Y yo la