e ti, que era diferente, que el mundo a tu alrededor funcionaba de una manera distinta para todos, pero para ti, de u
sación interna de que algo te guiaba, te dirigía. Notabas cómo a veces el mundo cambiaba a tu alrededor: pequeñas coincidencias, extrañas circunstancias. Tal vez
ubo situaciones en las que todo parecía perdido, pero en el último momento, algo se
sin recordar siempre los detalles, pero con la sensación de que había sido algo importante. Estos s
era una coincidencia. Has sido elegido desde tu nacimiento, y estas seña
ncia de t
ue no la hayas reconocido al principio, se ha manifestado en tus acciones, pensamientos y en los eventos que te rodean
izaba inesperadamente en tu vida. Esto no es una coincidencia. Los elegidos, como tú, poseen un don innato para influir en la realidad, dirigié
sentiste un deseo intenso o visualizaste claramente una meta, y de repente aparecían los recursos, las personas o los eve
aba solo de coincidencias. Pero ahora, a medida que comienzan a despertar, su realidad se transforma más rápidamente. Puedes sentir cómo, día a día, est
or de cambios para quienes te rodean. Tal vez hayas notado cómo las personas a tu alrededor comienzan a actuar de manera diferente, tomando decisiones q
as sabido que puedes moldear tu realidad. Este don ha estado dentro de ti
Antón: El Gi
de que él era el único responsable de su destino. Cuando alguien hablaba sobre misticismo o sobre la idea de que los pensamientos podían influir en la realidad, Antón no podía evitar reírse. Pa
eguntaba su amigo. Antón siempre respondía con una carcajada y un encogimiento de hombros: "Esas son simples coincidencias", replicaba. Pero su amigo insistía: "¿No has tenido la sensación de que tu vida sigue un rumbo que no es el
en personas que no veía desde hace tiempo, y al poco tiempo se encontraba con ellas por casualidad o recibía un mensaje de ellas. O cuando se enfocaba en una tarea importante, todo parecía fluir a s
l día siguiente, en las tareas que tenía por delante, cuando, de repente, su coche empezó a ganar velocidad
coche, pero lo único que podía ver frente a él era la intersección que se acercaba rápidamente, llena de coches. Su mente se llenó de miedo y todo
repetía insistentemente: «Este es el final. No puedes hacer nada». Antón quería gritar, pero de repe
isión, aplastándose en un amasijo de metal en el cruce. Podía sentir cómo su vida en esa realidad llegaba a su fin. La segunda realidad era diferente: estaba llena de una posibilidad d
minos, uno que lo llevaba a la muerte y otro a la salvación. El mundo a su alrededor se había ralentizado tanto que podía ver cada detal
«La realidad se puede cambiar si así lo decides». En ese momento, Antón había sonreído con escepticismo, pero ahora, frente a la
ar el desenlace. Respiró profundamente y, mentalmente, se centró en la idea de salir de esa situac
lo eran segundos. Antón mantenía en su mente una única idea: «Voy a salvarme. Lo lograré». En
to fue tan fuerte que lanzó su coche a otro carril. Fue inesperado y sorprendente, pero justo ese empujón lo
, donde el coche que lo había golpeado por detrás se estrelló contra un camión. Por suerte, nadie murió. Pero Antón entendía claramente: si no hubiera sido por ese golpe
ás lo impactaba era el hecho de que él mismo había elegido este desenlace. Su fe, su salto mental, fue lo que le salvó la vida. Él mismo había creado esta realidad. Con
o ese tiempo, había ignorado el hecho de que sus pensamientos realmente podían influir en el mundo que lo rodeaba. Pero ahora, tras enfrentar la posibilidad de su